Las desdichas de un guardacostas

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Por el Ms. C José Abreu Cardet, Premio Nacional de Historia

Al analizar la Guerra desarrollada entre las fuerzas del Ejército Libertador de Cuba, Estados Unidos y España en 1898 generalmente se recuerda los combates por la toma de Santiago de Cuba y otras operaciones de ciertas envergaduras como los bombardeos a Baracoa, Manzanillo entre otros. Se olvida que en la bahía de Nipe en el territorio de la actual provincia Holguín, norte del oriente de Cuba se desarrollaron algunas acciones de esa contienda.

Uno de los acontecimientos menos recordado fue lo acontecido con el cañonero español Baracoa. Esta era considerada en la marina española como una embarcación de tercera clase. Fue construido en 1895. Contaba con casco de acero y tenía 20 metros de eslora, es decir de largo y unos 3.75 metros de manga. Lo que en términos marinos es el ancho. Desplazaba 40 toneladas y tenía un motor de 200 caballos de fuerza. Podía alcanzar hasta los 10 nudos de velocidad y recorrer 800 millas sin recibir combustible. La tripulación era de 22 hombres.

Estamos ante una embarcación construida para el servicio de vigilancia no propiamente combativa. Pero tales barcos eran en extremo útiles para la lucha contra los mambises. Por su escaso calado podían navegar por aguas pocos profundas y vigilar las costas desde muy poca distancia. Como los mambises muchas veces utilizaban botes y goletas para traer vituallas de Jamaica y otras islas cercanas podían perfectamente interceptar a estas embarcaciones y capturarlas o hundirlas. Además por su escaso calado era una nave ideal para realizar operaciones en aguas poco profundas como ríos o en el interior de las bahías. Los mambises tenían salinas en las costas y además realizaban actividades pesqueras en pequeños botes y canoas cercas de las costas o en los ríos. El Baracoa podía aparecer inesperadamente en la cercanía de una salina y abrir fuego sobre los desprevenidos insurrectos, atacar a los que se dedicaban a la pesca. También se podía utilizar para el traslado de pequeñas unidades hasta determinados puntos para realizar lo que hoy llamaríamos una operación anfibia. Desembarcar esta tropa para que incursionara en territorio donde los independentistas tenían sus centros de abastecimientos.

La declaración de guerra de abril de 1898 de Estados Unidos cambio bruscamente la situación del Baracoa. Ya no podía moverse libremente por las costas en persecución de expediciones insurrectas. Podía encontrarse con una moderna unidad enemiga y ser destruido. Recibió órdenes de situarse en la cercanía de la desembocadura del rio Mayarí. Allí se encontraba en junio de 1898 cuando fue avistado por dos cañoneros estadounidenses. Apenas descubrieron la embarcación española se lanzaron a su caza. Las diferencias eran abismales. Los cañoneros yanquis poseían superioridad por el número y su artillería. La nave hispana estaba construida más para la vigilancia que el combate. Los marineros españoles comprendieron que era imposible aceptar combates. Se refugiaron en el río Mayarí pero hasta allí lo siguieron los cañoneros enemigos. No había salvación posible para la nave hispana o se rendía o sería destruida. En estas circunstancias escogerían por salvar sus vidas y quedar libre. Hundieron el barco y alcanzaron la orilla.

La historia de la lancha Baracoa había concluido. Por lo menos esos creyeron tanto los marinos españoles como los estadounidenses. Quedaría a la acción del tiempo y la corrosión. Pero otra seria la suerte de esta embarcación. Leonardo Wood gobernador estadounidense de Oriente durante la ocupación de 1899 dio órdenes de ponerlo a flote y repararlo. Lo utilizaría como transporte en los viajes de inspección que debía de realizar en la provincia bajo su mando. Al instaurarse la republica mediatizada en 1902 el “Baracoa” paso al servicio de esta. Fue bautizado como “Carlos Manuel de Céspedes” y realizó diversas misiones. En el mes de octubre de 1910 naufrago producto de los embates de un ciclo en un lugar conocido como Arroyo de Mantua en Pinar del Río. La embarcación se perdió para siempre y arrastro a los fondos marinos a varios de sus tripulantes.

Curiosa historia de esta embarcación que fue una de las primeras con que contó la República de Cuba Otras dos lanchas patrulleras españolas tuvieron una historia similar El “Guardián” un pequeño cañonero español fue obligado por barcos de guerra de los Estados Unidos a embarrancar en las costas de Manzanillo. Rescatado posteriormente fue utilizado como guardacostas con el nombre de “Ignacio Agramonte” El cañonero español “Intrépido” también pasó al servicio de la república con el nombre de Antonio Maceo.

FUENTE:
1- Milagro Gálvez Aguilera La Marina de Guerra de Cuba (1909 1958) Primera parte Editorial de Ciencias Sociales La Habana 2007 p. 5