Por el Ms. C José Abreu Cardet, Premio Nacional de Historia
Muchas veces la historia se ve en su resultado final y no en su desarrollo. El proceso independentista cubano se vincula con las expediciones organizadas por la emigración revolucionaria. En ocasiones, se piensa que apenas estalló la guerra comenzaron a arribar estas embarcaciones trayendo las deseadas armas. Pero esto no fue así en todas las regiones. En algunos territorios las primeras expediciones tardaron bastante tiempo en llegar, como el caso de la jurisdicción de Holguín.
Esta región ocupaba gran parte del norte del oriente de Cuba. A los siete meses de iniciado el alzamiento es que llegó la primera expedición: la de buque Perrit, mayo del 1869. Esta compensó la larga espera, pues en esa embarcación se encontraba una gran cantidad de equipos bélicos que no solo sirvieron para abastecer a los mambises locales sino una buena parte de los insurrectos del Oriente.
Pero aquellos siete meses iniciales de la guerra sin fusiles, sin parque debieron de ser terribles en medio de la gran ofensiva española. Los mambises holguineros no se sentaron a esperar la llegada de las armas, hicieron todo lo posible para gestionarlas. De inicio apoyaron el adquirir buques en el extranjero. El gobierno presidido por Carlos Manuel y establecido en Bayamo, al cual se subordinaron los holguineros, intentó comprar un monitor en el exterior para atacar a las embarcaciones hispanos y trasladar recursos a los insurrectos. De inmediato el líder natural de Holguín, Julio Grave de Peralta se sumó a ese singular intento de crear una marina mambisa. El 30 de diciembre de 1868 Tomás Estrada Palma, presidente de la Junta Central de Fondos del gobierno independentista establecido en Bayamo le escribió a Julio Grave de Peralta solicitándole un apoyo monetario para la adquisición de un buque de guerra.
““Enterado del oficio de U. treinta del pasado relativo á los fondos que deben reunirse para la compra de un monitor debo manifestarte que sin embargo de no ser facil entrar en Holguín donde sin perdida de tiempo pudiera disponer de los doce mil pesos que U. me indica;(1) siendo necesaria esa cantidad para la compra de dicho buque puede contar que si no es todo no faltarán de ocho mil al completo de aquella, si asi fuese preciso para ese pago; pudiendo además contar con mil tercio tabacos ó mas que tengo destinados para nuestra Causa sin contar mas de dos mil que el Gral. Marcano tiene embargados a los enemigos por su parte y de acuerdo conmigo y que precisamente corresponden también á nuestros fondos. Yo espero si tengo buen tiempo ver á usted cuanto antes me sea posible y entonces hablaremos sobre el particular. Dios, Patria y Libertad. Enero cinco de 1869= El Gral = Julio G. de Peralta = Al Presidente de la junta central de fondos Tomas Estrada Palma Bayamo.” (2)
La idea argumentada por Grave de Peralta era vender ese tabaco en el exterior para aportar ese dinero a la causa independentista. Se trasladaría en viajes clandestinos realizadas por pequeñas embarcaciones que tenían en su poder los insurrectos.
Un monitor era un navío de guerra blindado y artillado. Se había utilizado en la contienda civil entre el Norte y el Sur de los Estados Unidos finalizada en 1865. Los independentistas cubanos, seguramente, que pensaban que el vecino país los vendería como sobrante de guerra. Por eso la colecta de dinero para adquirirlo.
Los cubanos no podían imaginar que mientras ellos hacían estas desesperadas gestiones para comprar un monitor dos buques de un país que apoyaba al independentismo cubano se acercaban lentamente a las costas holguineras. La República del Perú se tuvo que enfrentar a la acción depredadora de España. La antigua metrópoli reclamó el dominio de unas islas situadas en las aguas peruanas. Envió una pequeña flotilla para imponer su dominio.
Fracasó en su intento. Pero para fortalecer sus defensas Perú compró en los Estados Unidos dos monitores que era material sobrante de guerra. De esa forma la República del Perú hacia realidad las aspiraciones de los cubanos de adquirir esas embarcaciones. Los peruanos iniciaban en estos una larga travesía. En esa época no existía el canal de Panamá por lo que debían de bordear todo el continente sudamericano hasta Perú. En esa época el combustible era el carbón mineral por lo que debían de abastecerse en el camino del precioso material.
A las alturas de la Bahía de Naranjo en la costa Norte de Oriente se quedaron sin combustible. Podían haberse abastecido en el cercano puerto de Gibara. Pero existía un estado de hostilidades entre España y Perú. Incluso el país andino en un gesto de solidaridad con sus hermanos cubanos había reclamado a los Estados Unidos que no le vendieran a España unas cañoneras que tenían como objetivo perseguir a las expediciones insurrectas. Al final el gobierno del Norte vendió las embarcaciones a los hispanos. Pero los cubanos nunca olvidarían aquel gesto de solidaridad.
El jefe de la pequeña flotilla decidió arriesgarse a llegar a alguna solitaria bahía cubana para obtener madera que le sirviera como combustible y continuar el viaje. Los marinos peruanos sentían que se acercaban a un mundo misterioso. Es posible que en las costas se encontraran tropas españolas que los atacaran en el momento en que derribaban y transportaban arboles hacia los buques.
Mientras los barcos se acercaban a la bahía de Naranjo y eran observados. La vigilancia de las costas era un asunto en extremo importante para los insurrectos. Al frente de una columna que patrullaba la costa se encontraba el Coronel Jacinto López de Guereño. Al recibir aquella orden imprevista del General Julio Grave de Peralta, de que se hiciera cargo de la vigilancia y protección de aquel gigantesco fragmento del litoral holguinero que comprendía desde la Bahía de Bariay hasta la de Naranjo trató de imaginarse aquellas costas de mangle y rompientes y se asombró que con tan pocos hombres y menos armas que disponía pudiera cumplir tan difícil misión. Pero se entregó con fervor a su nueva tarea. Jacinto López de Guereño no era hombre que se dejara amilanar por las circunstancias. En octubre de 1868 había dejado su finca y familia para unirse a la Revolución. Por su capacidad e iniciativa había sido ascendido a Coronel. En febrero de 1869 recibía tan inusual orden que lo convertía en una especie de guardia-frontera de la naciente Revolución cubana.
Iba pensando todo esto en su marcha hacia la Bahía de Naranjo a donde llegó el Coronel para dejarse envolver por el aroma del salitre y asombrarse una vez más por la belleza hiriente de aquella bahía. Alguien le informó que un vigía había visto dos monitores en la bahía de Naranjo y no eran españoles. Pensó que un largo trago de aguardiente de caña había trastocado la visión del insurrecto. Al llegar a la bahía comprobó que no era por los efectos del alcohol lo contado por el vigía. El desgarrón de un manglar dejó ante sus ojos los barcos peruanos anclados en medio de la bahía. La comunicación, como siempre ocurre entre gente de un mismo ideal, fue rápida.
Los mambises holguineros ayudaban a sus hermanos peruanos en las labores de búsqueda de madera y otros trabajos necesarios que en breve tiempo pusieron a las embarcaciones en condiciones de continuar la marcha. Es de pensar que los abastecieron de agua y alimentos. Los peruanos no tenían armas que dejarles a sus hermanos en la lucha contra el colonialismo, pero al alejarse las embarcaciones tras sus estelas quedaban la esperanza sembrada entre los insurrectos que no estaban solos en su lucha contra España.
De esa forma aquel puñado de desarrapados mambises holguineros se hacían propietarios de un singular gesto de solidaridad con un pueblo latinoamericano. El primero llevado a cabo por la Revolución cubana. (3)
NOTAS
1.-Esta afirmación de Grave de Peralta que podría obtener doce mil pesos si lograba entrar a Holguín nos sitúa ante una interrogante. ¿Habría ocultado este General insurrecto esa cantidad en su ciudad natal como era costumbre en la época entre las personas que contaban con recursos? En marzo de 1871, al trasladarse al exterior para buscar una expedición el General holguinero llevo consigo una cantidad importante de dinero. ¿Serian esos a los que hace referencia en esta carta? ¿Permanece ese dinero todavía enterrado en algún patio de este centro urbano? Más que ese dinero el verdadero tesoro de Julio Grave de Peralta fue su entrega a la independencia de Cuba por la que dio su vida.
2.-Museo Provincial de Holguín. Fondo Julio Grave de Peralta Libro borrador de correspondencia carta numero 30 De Julio Grave de Peralta a Tomas Estrada Palma
3.-Información brindada sobre la visita de los monitores se encuentra en el Archivo privado del fallecido historiador Juan Andrés Cue Bada, en Santiago de Cuba, que en gesto desinteresado, como era habitual en el colega, se la ofreció al autor de este articulo.