Dos de enero de 1959: el fin de la guerra en el regimiento 7

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Por el Ms. C. José Abreu Cardet, Premio Nacional de Historia

El 31 de diciembre de 1958 en Cuba las fuerzas del gobierno y las guerrillas que lo combatían se enfrentaban en dramáticos y sangrientos combates. Desde el 2 de diciembre de 1956 en que había arribado a las costas de la isla la expedición del Granma dirigida por Fidel Castro esa situación se repetía y parecía que se mantendría eternamente. No era creíble que aquellas guerrillas sin formación militar ni la logística necesaria para una contienda lograran vencer. El ejército de la dictadura tampoco había sido capaz de exterminarlas.

¿Qué sucedía en el norte de la antigua provincia Oriental en el último día del año 1958, un territorio que hoy se encuentra en la jurisdicción de las provincias Tunas y Holguín? Esta área estaba bajo la potestad del Regimiento número 7 de la guardia rural. Por el lado de los revolucionarios actuaban allí las tropas del Segundo Frente Oriental “Frank País” y del Cuarto Frente “Simón Bolívar”. Veamos que aconteció en este fin de año de 1958.

En general no podemos hablar de una desmoralización significativa de las fuerzas del Regimiento 7 pese a las derrotas sufridas en Sagua de Tánamo, Puerto Padre y Cueto. Los dos primeros poblados fueron capturados por los rebeldes. En el último la guarnición fue rescatada por una poderosa columna que en la retirada fue derrotada en un lugar llamado Los Palacios. Logró llegar a San Germán en un estado deplorable. Entre el 30 de diciembre y el 1º de enero de 1959 mantuvieron intensos combates entre rebeldes y soldados.

El día 30 las fuerzas destacadas en el central Jobabo libraron un encarnizado combate que se desarrolló desde la media noche del 29 hasta la tarde del 30. (1) Esta guarnición estaba formada por treinta y cuatro militares; los mismos, luego de más de doce horas de combate abandonaron la plaza y trataron de llegar a Camagüey, pero fueron capturados en los límites con la provincia de Oriente. (2) Las fuerzas del Escuadrón 74, en Mayarí, comenzaron a ser hostigadas en su sede por las tropas del Segundo Frente. El día 31 de diciembre trataron de llegar al central Preston porque desde allí tenían la posibilidad por escapar por mar, pero los rebeldes habían instalado una emboscada en un lugar de la carretera llamado Guanina, entre Preston y Mayarí. La ruidosa explosión de una mina dio inicio al combate.

Un grupo de soldados apoyados por una tanqueta logró escapar, pero otra parte quedó cercada. El enfrentamiento se desarrolló intensamente por ambos bandos. Un testimonio, confeccionado por los excombatientes, relata en estos términos la situación de sus enemigos. “Los guardias se defendían en las cunetas y debajo de los carros, desde donde hacían fuego. Los combatientes rebeldes avanzaron más, cerrando totalmente la carretera e impidiendo el paso. Se veían los cuerpos de varios guardias muertos o heridos. La situación para ellos era muy difícil. No tenían escapatoria”. (3)

Las fuerzas que guarnecían Preston intentaron rescatar a sus compañeros y avanzaron por la línea del ferrocarril hasta caer en una emboscada donde fueron rechazados, entonces se llegó a un acuerdo con los sitiados: las tropas entregarían las armas y el parque, los oficiales podían conservar sus pistolas y todos serían trasladados a Preston; los heridos, por supuesto, serían atendidos. A las 3:00 pm del 31de diciembre se había producido la rendición total de estas tropas. Las bajas del ejército fueron doce muertos y un número mayor de heridos. Los rebeldes tuvieron un fallecido y dos heridos de los que uno murió posteriormente.

En la noche del 31 de diciembre al 1º de enero el dictador Fulgencio Batista Zaldívar, con su familia y un grupo de altos oficiales y políticos muy cercanos a él, escapó hacia República Dominicana. Entonces quedó formado un gobierno provisional dirigido por José Miguel Piedra, el magistrado de más antigüedad del Tribunal Supremo. Era un golpe bajo al mando del general Eulogio Cantillo con el propósito de frustrar el triunfo popular, pasemos a ver qué ocurría en el Regimiento 7.

Las fuerzas de este conjunto de tropas tomaron diversas actitudes ante esta nueva situación. La compañía destacada en Nicaro se negó inicialmente a rendirse. En horas de la mañana del 1º de enero de 1959 trataron de escapar en un barco, pero el fuego de los rebeldes los obligó a detenerse y luego aceptaron la rendición. (4) La guarnición de Buenaventura, un poblado situado en la carretera central entre Tunas y Holguín, fue atacada por los rebeldes en la noche del 31 de diciembre, al enterarse de la caída del tirano los rebeldes intentaron convencer a la guarnición para que se rindiera. El jefe de los revolucionarios, Arsenio García, “…les envió como tres veces un viejito del pueblo como emisario, y la última le dijeron que si volvía allí lo iban a fusilar” (5) El combate se desarrolló durante todo el día del 1º de enero, aunque sabían de la fuga del tirano. Al atardecer la guarnición se rinde.

Las fuerzas batistianas acantonadas en San Germán se encontraban en un gran estado de desmoralización. El cuartel estaba defendido por la guarnición de la guardia rural a la que se sumó una compañía enviada a mediados de diciembre. A esta tropa se agregó la columna de Sosa Blanco que había rescatado la guarnición de Cueto. Estas últimas en la retirada han tenido numerosos heridos y muertos, conocen el poder de fuego del enemigo, su valor y ya no tienen ningún deseo de combatir. Sumaron ese espíritu de derrota a la guarnición de San Germán. Establecen contacto con el mando de los rebeldes el 31 de diciembre, pero no se rinden incondicionalmente y piden la presencia del teniente coronel Nelson Carrasco y Artilles, capturado por los guerrilleros en el combate de Paraná, para negociar la rendición. Es la única unidad del Regimiento 7 que sin entrar en combate está dispuesta a rendirse.

El jefe de la Columna 17 que dirigía a los revolucionarios que bloqueaban a la guarnición de San Germán se trasladó a la zona de Santiago de Cuba, en busca de ese oficial, pero estaba herido. Y pese al estado de desmoralización no se produce la rendición hasta las primeras horas del día 1º de enero. (6) Es posible que su petición de que el oficial prisionero sirviera de mediador fuera una artimaña para ganar tiempo en espera del refuerzo del Regimiento porque, si realmente tenían pretensiones de rendirse, lo pudieron haber hecho apenas se enteraron de la huida de Batista.

El 1º de enero las fuerzas rebeldes bajo las órdenes de Eddy Suñol iniciaron las conversaciones con el teniente Pérez Palacio, jefe de la guarnición de Gibara. El cura del pueblo y un hermano del oficial sirven de intermediarios, hasta acordar que la rendición se produciría al día siguiente en horas de la mañana. (7)

Mientras en Holguín el primer día del año no se ha llegado a un acuerdo y las fuerzas del Regimiento se niegan a rendirse. El jefe del Cuarto Frente, Delio Gómez Ochoa, había elaborado un plan para conquistar la plaza de Holguín y según el testimonio ofrecido al autor de este texto:

“El plan era rodear el Regimiento con algunos pelotones y escuadras, para aislarlo de la ciudad y tomar la Estación de Policía y otros puntos custodiados como el Ayuntamiento, la zona Fiscal y la Audiencia. Controlados esos lugares, recrudecer el sitio sobre el Regimiento, atacándolo por el frente y por detrás; establecer una emboscada grande con los ciento veinte o ciento treinta hombres de Suñol en Aguas Clara para impedir cualquier retirada hacia la zona de Gibara y un pelotón con una ametralladora en la carretera central entre Holguín y Buenaventura, cerca de Matamoros, cumpliría la misma función en esa otra dirección.” (8)
El Ejército Rebelde fijó la fecha del ataque para el día primero a las 7:00 pm y solo se producen intercambios de fuego entre las postas del Regimiento y avanzadas rebeldes.

El combatiente Otto Munster Oliva recuerda que “…el 31 de diciembre por la noche, se avanzó sobre los puntos acordados de antemano, alrededor de la media noche empezaron a sonar los primeros tiros, se hizo un fuego intermitente durante toda la noche y al amanecer del día primero” (9)

La última operación realizada por el Regimiento fue él envío hacia Tunas de un refuerzo que a las once de la mañana del 1º de enero salió del recinto militar. Este estaba integrado por una tanqueta y varios camiones blindados. (10) En un lugar conocido por el Club de Cazadores, a pocos kilómetros del Regimiento, se enfrentó a las fuerzas rebeldes. Arístides Aguilar Sánchez, un miembro de la tropa guerrillera que combatió contra la caravana enemiga recordaría años después:

“Estábamos emboscados en el club de cazadores en la carretera central entre Holguín y Buenaventura y como a las diez y pico u once del día primero mandaron una tanqueta y varios camiones con chapas blindadas y nos prendimos con ellos; no pudimos hacerle nada porque no teníamos armas competentes para enfrentar los equipos blindados, combatimos un rato, tiraban cantidad y tuvimos que retirarnos hacia el campamento de Matatoros.” (11)

Mientras los soldados combaten el coronel Ugalde Carrillo, jefe del regimiento, escapa en un avión al extranjero. La nave salió de la pista militar de esta institución ante los ojos de muchos oficiales y soldados responsables de crímenes y torturas y que horas después responderían ante los tribunales revolucionarios. Algunos acabarían frente a un pelotón de fusilamiento. Aquellos esbirros, fieles al tirano hasta el último momento, eran abandonados por la alta jerarquía militar y como jefe del regimiento fue designado el coronel Aguilar, quien llegó vía aérea desde Bayamo. Entonces una comisión de civiles integrada por miembros de una logia masónica comienzan a mediar entre ambas fuerzas, poco después de las 11 de la noche del día primero se realizó un encuentro entre oficiales del regimiento y el mando rebelde en un templo masónico de la ciudad. Allí se llegó al acuerdo de que las fuerzas del regimiento se rendirían, algo que se efectuó al día siguiente.

En Antillas, el jefe de la guarnición, teniente Castellano, al enterarse de la huida del tirano se trasladó en un jeep acompañado de otros militares y el cura del poblado hasta una avanzada rebelde situada en las inmediaciones del puerto. Allí se negoció la rendición que se consumó.

En Banes, que tenía una guarnición más numerosa, el mando trataba de ganar tiempo para ver el desarrollo de los acontecimientos. Por eso se realizó una entrevista entre el Jefe de la Columna 16 y el de la guarnición de Banes, que proponía suspender las hostilidades dada la existencia de un nuevo gobierno en La Habana. Esto hizo que se decidiera por parte del comandante rebelde una tregua hasta las 6:00 pm y, luego de esa hora, atacarían. Al día siguiente el Escuadrón 75 de Banes se rindió. (12)

El combate más intenso librado el 1º de enero de 1959 en el territorio del Regimiento 7 fue la defensa del central Báguanos. Esta guarnición ocupaba el edificio de la llamada sociedad de color. (13) Este era una construcción de mampostería que había sido protegido con sacos de tierra.

En la noche del 31 los rebeldes penetraron en el batey y ocuparon el central azucarero. Como si fueran los dueños del silencio los Mau Mau dominaron posiciones cercanas al cuartel sin ser descubiertos. Sobre las ocho de la mañana dos soldados salieron, como siempre lo hacían, con un cubo en busca de leche para el desayuno. Los rebeldes abrieron fuego sobre los dos militares. El combate se inició a estómago vacío. Pero a los radios de batería de los vecinos llegó una noticia sorpresiva: Batista había escapado. Los rebeldes le gritaban a los soldados que Batista se había ido pero estos incrédulos siguieron disparando. Se envió a la joven esposa de uno de los soldados con un mensaje para el jefe de la guarnición. Pero no lo creyeron. El fuego se incrementó por ambos bandos.

El jefe enemigo solicitó apoyo a Holguín y a media mañana le enviaron una avioneta que disparo alrededor del cuartel y lanzó cajas de parque que cayeron en manos de los rebeldes. Luego llegó un B 26 acompañado de una avioneta que ametralló y bombardeo el indefenso batey; todo esto provocó varios incendios e hirió a una niña. Era la última acción de las Fuerzas Aéreas del Ejército, pero los rebeldes mantuvieron el cerco. Obtuvieron una bazuca con abundante parque y le hicieron dos disparos al edifico. La rendición se producía a las 5 de la tarde del día 1º. Los rebeldes consideraron que “la capitulación pudo haberse producido mucho antes, pero el jefe del cuartel tenía que responder por ciertas cuentas pendientes con el pueblo.” (14) Dos soldados estaban heridos. La guarnición fue puesta en libertad menos el jefe que quedó detenido.

Hasta donde sabemos en el Regimiento 7 se libraron los últimos combates contra la dictadura en la isla y en su territorio se efectuó el último bombardeo de la Fuerza Aérea del Ejercito. Pese al cúmulo de derrotas sufridas en los días anteriores y los ataques rebeldes y sobre todo la sorprendente noticia de que el tirano Batista había escapado estos hombres entraron en combate o trataron de eludir el entregar las armas con conversaciones para ganar tiempo o ventajas de la rendición. El análisis demasiado esquemático de que el ejército de la dictadura estaba desmoralizado en su conjunto no es aplicable al Regimiento número 7 y a otras unidades. En los estudios sobre la lucha contra la dictadura de Batista se considera, como idea subliminar, de que el ejército carecía de moral combativa. Esta última es una generalización que entra en contradicción con el desarrollo de los acontecimientos. Si analizamos la prolongada defensa de los cuarteles, la intensidad de algunos combates nos damos cuenta que hay que replantearse tales criterios. La propaganda argumentada por los revolucionarios durante el desarrollo de la lucha no ha sido sometida a una crítica histórica y se da como una verdad. La victoria del primero de enero no fue fácil. No pocas unidades del ejército combatieron intensamente.

Podríamos terminar esta aproximación a los últimos días de un regimiento batistiano afirmando que el coraje con que combatieron no pocos militares merecía una mejor causa y tal vez parezca una frase elegante y salomónica. También podríamos dejar a la crítica del tiempo para que juzgue a aquel ejército, pero el tiempo en ocasiones es un aliado de los injustos, hay diversos ejemplos de esa desmemoria: hoy no se recuerdan a las víctimas de Atila, el humo de la pólvora de las descargas de los pelotones de fusilamiento contra los comuneros en París se disipó. El muro donde fueron acribillados los cuerpos es un sitio turístico en un cementerio parisino.

El Regimiento número 7 dejó una profunda huella de sangre en la jurisdicción bajo su mando. Tan solo entre 1956 y 1957 fueron asesinadas más de cincuenta personas. En todos los casos los ultimaron luego de ser detenidos. En la lucha contra el movimiento guerrillero el listado es largo. Numerosos colaboradores o personas de las que se sospechaba que ayudaban a los rebeldes fueron asesinados. Era una costumbre el tomar represalias contra la población civil cuando los guerrilleros le propinaban un golpe a las fuerzas de la dictadura. Por citar un ejemplo, en Puerto Padre los rebeldes en noviembre de 1958 ajusticiaron en un bar a dos militares en una acción comando. La guarnición local detuvo a las ocho personas que estaban en el local, las torturaron y asesinaron. Ninguno de ellos tenía vínculos con aquel acontecimiento. El joven rebelde Joel Nieves fue herido en una acción en un lugar conocido por Los Novillos. Se ocultó en una casa vecina. Fue descubierto y ultimado. Era una historia que se repetía con cada prisionero.

El 26 de julio de 1953 y en los días posteriores decenas de jóvenes asaltantes de los cuarteles Moncada y Céspedes fueron torturados y asesinados. Las fotos de los militares del cuartel Moncada junto a los cuerpos de sus víctimas, sus poses tranquilas y satisfechas anulan, en el sentido moral, el valor desplegado por no pocos oficiales y soldados durante la guerra. Las salpicaduras de gotas de sangre que seguro alcanzaron los uniformes y el calzado de los militares en las salas de torturas del Moncada, acompañaría a las fuerzas armadas durante toda la campaña, sin embargo es necesario conocer lo más objetivamente posible las acciones del ejército de Batista, escapar del análisis simplista y panfletario que tanto reduce la historia de la revolución; aquellas salpicaduras de sangre en los uniformes de los victimarios son imposibles de borrar, no por un gesto sentimental sino objetivamente porque para los crímenes no hay olvido. Al ejército como institución de la dictadura de Fulgencio Batista siempre lo acompañará, en todo análisis de la historia, la sangre de los prisioneros torturados e inmolados, los alaridos desesperados del campesino quemado vivo en un bohío en el barrio de Candelaria por las fuerzas de Sosa Blanco.

NOTAS
1–Historia provincial de Las Tunas, Editora Historia, ob. cit. 2010, P 255.
2–Ibídem p. 255.
3– Comisión de Historia de la Columna 19 “José Tey”, Columna 19 “José Tey”, Segundo Frente Oriental “Frank País”, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1982. p.399.
4–Ibídem p.401
5–Minervino Ochoa y otros, Misión especial de operaciones, ob. cit. p 181
6– Comisión de Historia de la Columna 17” Abel Santamaría “Datos tomados del libro Triángulo de Victorias, Columna 17 Abel Santamaría, Casa editorial Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 2008. p. 398
7–Mauro Mulet Ochoa, Gente de Campo, Ediciones Holguín, 2004, p. 117
8–Dolores Feria y otros, La columna 32 en combate, Ediciones Holguín, 1987, p. 90
9–Ibídem pp. 90 -91
10–Comisión de Historia de la Columna 17, Abel Santamaría p. 399
11–Ibídem pp. 91
12– Comisión de Historia de la Columna16, “Enrique Hart” Rumbo al triunfo de enero, Columna 16 “Enrique Hart”, Editorial Verde Olivo, 2008. p. 245
13–Ibídem p 238
14–Ibídem p. 244