Un homenaje a Delfín Prats Pupo, Premio Nacional de Literatura 2022, marcó el espacio La Hora Tercia especial, en la última jornada de la XXXI Feria Internacional del Libro en Holguín, realizado en la Sala Electa Arenal Huerta del Centro Provincial de Arte.
La presentación del libro-arte Un lugar llamado humanidad, realizado por el Taller de Papel Artesanal del Centro Provincial del Libro y la Literatura (CPLL), Cuadernos Papiro y Ediciones Holguín, fue uno de los elogios al poeta nacido en Holguín en 1945, cuya obra se inscribe entre lo más significativo de su generación y de la literatura cubana del siglo XX.
Confeccionado por el promotor cultural Andrés Zaldívar, especialista del Centro del Libro, a petición de esta institución, el texto –con sugerente diseño de ventanas y vitrales– contiene tres poemas de Delfín Prats, entre los más significativos de su obra poética: “Humanidad”, “Mañana en La Demajagua” y “Tres variaciones sobre el tema del pez”.
Lourdes González, presentadora del libro-arte, celebró la obra de Delfín y destacó que su poética haya arribado, desde su natal Holguín, a puerto seguro con la entrega del Premio Nacional de Literatura, lo que supone la seguridad de reediciones y publicaciones.
La autora de Elamanuense y Papeles de unnaufragio resaltó el despertar de lo cubano en la obra de Delfín, quien ha acompañado el desarrollo artístico de la ciudad desde los años 70, estando vinculado a procesos culturales y al desarrollo de las editoriales en Holguín.
Una lectura poética, con los autores Gilberto González, José Luis Serrano Seik, Luis Yuseff y la propia Lourdes, fue regalo a Delfín, muchos de estos versos dedicados al autor de Para festejar el ascenso de Ícaro, como inspiración de varias generaciones de escritores.
Un ejemplar del libro-arte fue obsequiado por Andrés al propio Delfín, a Lourdes González y a Sarais Ferrer, directora del CPLL y presidenta del Comité Organizador de la Feria.
Delfín Prats Pupo, reconocido poeta holguinero, se reafirma como un autor necesario por su lirismo, la obsesión dialógica de la palabra y su amplio calado en el corpus lírico nacional. Autor de unos pocos volúmenes que ha escrito y reescrito desde su germinal Lenguaje de mudos, en 1968, hasta El brillo de la superficie, su poesía completa que publicara Ediciones La Luz, en 2019, y el poema Islas Gilbert, también por La Luz, es uno de los poetas más influyentes en los jóvenes poetas, pues más de una generación, desde la cristalizada a fines de los 80 hasta acá, ha sentido cercano el quehacer del autor.
Es 1968 y en Cuba un ángel asciende al firmamento literarionacional. La fuerza de su vuelo se sostiene en la poesía.Es un ángel hermoso de solo 22 añosy va en pleno ascenso. Podríamos decir que lleva una túnica griega y que en su lírica hay reminiscencias clásicas, ecos del mundo grecorromano; podríamos decir, además, que la túnica le sirve para sostener las flores recogidas seguramente en la mañana, en del campo húmedo del paisaje natal; y que esas flores le dan a su poesía un olor a campiña, ajuventud, a vida, a celebración del goce y los sentidos, al desborde de ellos…Este ángel vuela alto ytras sídestellan unos pocos rayos de sol querealzan su figura… Y en ese vuelo en vertical, el ángel se trastoca en Ícaro. Es un Ícaro de enormes alas que entonces no sabe–¿cómo saberlo, si él solo quiere gozar la felicidad?– queel ascenso, llegado a un punto,contempla la caída, yque la osadía conlleva al castigo, pero que solo los osados, los que corren el riesgo de perseguir un sueño, cualquiera, hasta el final, pueden llegar a tocar con un dedo, al menos con un dedo, el sol y su poderosa imantación lírica. Este ángel-Ícaro no tiene cabeza, es una figura descabezada la que sobrevuela, y afalta de ella habla, en cambio, un lenguaje de mudos. Es un ángel-Ícaro descabezado en cuyo cuello, como en susurro, se advierte que a suspalabras –casi en tono profético– le acompañarán un bregar por la mudez, pero no una carencia de lenguaje. Después de la tormenta, el bosque reverdecido –donde, como un animalillo, se resguardaba la poesía– se abría a la mañana, a los ecos de la gratitud al ángel-Ícaro.
Darío Mora, al ilustrar y diseñar ellibro ganador del Premio David de Poesía de 1968, partió de esta imagen hermosísima y enigmática, para dialogar con los versos nuevos (y no por ser inéditos) de un muchacho llamado Delfín Prats Pupo que, en La Cuaba, donde nació y estaba en ese momento, demoraría en conocer la noticia de los ecos y respuestas de su lenguaje de mudos.
Tal vez quiso el azar lezamiano, que sabemos todos custodia ciertos trances poéticos y cotidianos –o porque todos los diciembre, mes de su nacimiento, desde hace varios años, soñábamos, pedíamos y reclamábamos el justo reconocimiento humano e institucional que merece–, que Ediciones La Luz escogiera otro Ícaro, más de cincuenta años después de aquel, para sobrevolar el cielo y enrumbarel viaje a otras galaxias. Esas galaxias –que me hacen recordar la galaxia Gutenberg y la aldea global que anunciaba en los años 60 el teórico Marshall McLuhan– tienen matiz digital yrecorrenlas redes sociales a través de likes… De alguna manera es un Ícaro virtual, cibernético, pero igual de tozudo y soñador… La Luz –que desde sus inicios hizo suyos los riesgos y las osadías de poeta, y reclamó su vuelo y esparció sus ecos en los jóvenes; y publicó sus versos en modestos cuadernillos y más cerca en el tiempo, en una hermosa edición que recogió su poesía completa hasta entonces; y que resguardó su voz, sí, las formas de lavoz del bardo, que como ninguna otra lee sus poemas; y que nombró una colección y hasta este salón con el título de uno de sus textos– ahora hace suyos estos versos para encabezar la campaña de promoción literaria que este 2023, con el llamado La luz te pertenece,conducirá el viaje a otras dimensiones del mito: Del infinito, del universo/ de la sustancia exterior:/ patria, bosque, ciudad, jardín,/ regresar a uno mismo, al yo primordial. Este Ícaro posmoderno, que bebe del pastiche y el arte digital, vuela de noche y lleva el corazón expuesto. Todo el pecho está abierto, ofrecido al otro, al prójimo, con la sencillez de lo cotidiano. Después del largo viaje, de andanzas y recorridos, el corazón late fuera, a la vista de todos, ofrecido al dolor y al amor… Ha resistido las batallas,y aunlas cicatrices laceran el cuerpo. Esteángel-Ícaro–también con flores, como aquellas enigmáticas en los versos de Julián del Casal, y con alas duplicadas, enormes y hermosas, nocturnas como las aguas y como el caracol– no tiene rostro y en su cabeza porta el sol finalmente alcanzado… Los rayos que hicieron caer a Ícaro la primera vez,como lo pintara Brueghel El Viejo en la Holanda medieval, fueron testigos de cómo tras la caída, con el paso del implacable tiempo, una legión de Ícaros soñadores se levanta; porque eso tiene el viaje, el esfuerzo y el sueño: hace crecer alas en los brazos a quienes persiguen idénticos senderos; alas líricas, resonancias en forma de versos…Este ángel-Ícarono se detiene, y como porta la luz y vio abrirse las constelaciones, indica con su mano que el viaje y la vida siguen. Otro ángel-Ícaro, uno que mira de frente con los ojos desorbitados desde un dibujo a tinta china, tiza y acuarela sobre papel de Paul Klee, el Angelus Novus, y en el que se basóWalter Benjamin, el filósofo judío exiliado Walter Benjamin, para conformar su teoría delÁngel de la Historia, nos asegura que una legión de ángeles nuevos es creada a cada instante para, tras entonar su himno ante Dios, ir disolviéndose en la nada.A este viaje de regreso al yo primordial y a las esencias de la poesía,nos invita Ediciones La Luz. Aceptemos, todos, esta invitación y el riesgo del vuelo, por favor, que la luz nos pertenece y hacia ella vamos.
Palabras de presentación (y de elogio) a la campaña de promoción “La luz te pertenece” de Ediciones La Luz, presentada el pasado 30 de diciembre en el salón Abrirse las constelaciones del sello de la AHS en Holguín.
Fotos cartel cortesía de Alejandra Rodríguez Segura
Cosme, un enorme juego con el tiempo es un autorretrato de Cosme Proenza Almaguer. La afirmación anterior podría ser paradójica, si partimos de que un autorretrato es una imagen de la misma persona que lo realiza: el artista se dibuja a sí mismo y sabe captar –él, mejor que nadie– los rasgos de su personalidad. Jandri –como llamamos los amigos a Alejandra Rodríguez Segura– logró lo que no todos concretan cuando se acercan a un creador como Cosme, tan holguinero, cubano y universal: atrapar, con sensibilidad y maestría, la esencia de una obra enorme, que investigó desde Holguín –el único lugar donde le era posible hacerlo, decía–las capas y profundidades de la historia del arte occidental de más de cinco siglos.
Cosme sabía que además de su creación, que ha influido a varias generaciones de artistas, este documental sería como esa carta al mundo que lanzó la poeta Emily Dickinson. Una carta-testimonio; un documental que permite acercarnos, curiosos y motivados también por la admiración, a momentos vitales de su obra: a la génesis y los caminos de un maestro. Por eso este es, sobre todo, un audiovisual sincero, como sincera es la mirada de Cosme Proenza. Él mismo aseguró que “se es personal en la medida que se es sincero consigo mismo”, como aquel Martí de Arche que, con la mano en el pecho, le cautivó en su natal Tacajó.
Jandri nos entrega un autorretrato de Cosme pintado por Cosme, y por ella. Lo hace sin estridencias, luego de cuatro años de profusa investigación y trabajo, con la humildad del orfebre, o del copista e iluminador que en el claustro medieval dejaba que la pluma creara maravillas insospechadas, misterios por imaginar, como aquellos que inquietaron la imaginación de El Bosco y Brueghel El Viejo. La cámara no es intrusa, se detiene o acompaña la mirada de Cosme, en determinados espacios, objetos y sitios, pero no traspasa la intimidad del creador de series como Manipulaciones, Boscomanías y Los dioses escuchan, etapas de un trabajo que estableció diálogos, desde sus inicios, con los grandes maestros, con las bases de la tradición europea: desde el Políptico de Gante de los hermanos Van Eyck –incluso antes, con la estatuaria griega y el canon de Praxíteles– hasta sus búsquedas en El Bosco, las variaciones sobre temas de Matisse o la escuela abstracta norteamericana, pasando por más de cinco siglos de arte occidental. Es una tradición que Cosme estudió e investigó a profundidad, hasta crear una especie de sólida columna vertebral que soportó su discurso, y en la que incorporó disímiles intertextualidades, signos y citas. “Yo no puedo citar a un grande si no puedo ni siquiera asomarme a un diálogo con él”, nos dice aquí Cosme.
A todo ello –como puertas que se nos abren a mundos que apenas vislumbrábamos, incluso quienes nos habíamos detenido en su amplio quehacer– nos acerca un documental que destila una profunda admiración y un cariño tan íntimo como palpable, que Jandri supo trasmitir al resto del equipo. Cosme, un enorme juego con el tiempo –además de una muestra de agradecimiento a quien tanto nos entregó–es una producción de un apreciable valor testimonial, que resguarda la memoria de uno de los grandes artífices de Holguín, Cuba y el mundo; y que nos hace agradecer la dicha de vivir similar tiempo bajo el sol en esta ciudad; incluso que podamos afirmar con orgullo que somos contemporáneos de Cosme.
Una vez Cosme me dijo que “la ventaja de ser viejo es que eres como San Juan en el Apocalipsis, que ves desde más alto cada día”. Posibilidad que nos permite volver, jugando con el tiempo, sobre lo pasado. Desde la altura de hoy, al lado de sus ángeles tutelares y de los maestros a los que tanto admiró, y bajo el manto de la Virgen de la Caridad del Cobre, Cosme Proenza Almaguer nos acompaña –mientras se escucha la Sinfonía no. 4 de Johannes Brahms–en la búsqueda infatigable de la belleza, porque no existe manera de escapar de ella.
Palabras de presentación del documental Cosme, un enorme juego con el tiempo, de Alejandra Rodríguez Segura, el lunes 26 de diciembre de 2022, en la sala Raúl Camayd del Teatro Eddy Suñol de Holguín.
Con la gala artística “Revolución, con ella yo me quedo” celebró Holguín, en la noche de este jueves, frente al Museo Provincial de Historia La Periquera, el aniversario 64 del triunfo de la Revolución cubana.
El espectáculo, dirigido por el maestro Oreste Saavedra, realizó un recorrido por las gestas libertadoras hasta el triunfo definitivo del Primero de Enero de 1959, a partir de temas musicales y textos poéticos que han marcado un espacio imprescindible en la conformación de la nacionalidad cubana.
La Orquesta Sinfónica de Holguín, dirigida por el propio Saavedra, acompañó a lo largo de la velada, a los solistas y intérpretes Yhamila Rodríguez, Gladys María, Marien Fernández, Nadiel Mejías y Norberto Leyva, quienes interpretaron temas antológicos de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Sara González, figuras fundamentales del Movimiento de la Nueva Trova.
Además, el septeto Zenda propuso otras sonoridades con canciones populares que han quedado prendadas en el imaginario de la isla como “Y en eso llegó Fidel”, del trovador manzanillero Carlos Puebla.
Mientras que integrantes de la Compañía de Narración Oral Palabras al Viento tejieron en sus voces los versos de Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí), José Martí, Carilda Oliver, Nicolás Guillén y Raúl Gómez García.
También participaron en la gala la bailarina y coreógrafa Vianky González, el Orfeón Holguín, la compañía folklórica D’Okokan y el coro infantil de la Escuela Elemental de Arte Raúl Gómez García de Holguín.
El sentimiento patrio, de lucha en aras de la libertad, abarcó el tema central de la velada, que finalizó con una felicitación por el advenimiento del año nuevo y el aniversario de la Revolución, a partir del verso “Son muchas las razones a defender, difícil es el camino, pero seguimos en él”.
Acompañaron al pueblo holguinero en la celebración Ernesto Santiesteban Velázquez, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y primer secretario en la provincia; Julio César Estupiñán, Gobernador de Holguín, entre otros dirigentes políticos y gubernamentales.
La Medalla Raúl Gómez García, la más alta distinción que otorga el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC), fue entregada en Holguín a reconocidos creadores como parte de la jornada provincial por Día del Trabajador de la Cultura, fecha que recuerda cada año el natalicio del poeta de la Generación del Centenario, Raúl Gómez García.
La recibieron Liudmila Pérez, soprano y directora del Teatro Lírico Rodrigo Prats; el barítono Alfredo Más y el coreógrafo Alejandro Millán, ambos miembros de este prestigioso colectivo escénico que celebra este año su aniversario 60; Grisel Velázquez, al frente de la Compañía Infantil Ronda de los Sueños, y el director artístico Alberto Fernández.
En el encuentro –realizado en el Centro Cultural Bariay y que recordó los 50 años de fundado el Movimiento de la Nueva Trova, con dirección artística de Grisel Velázquez– se entregó la condición Centro Martiano, otorgada cada año por la Sociedad Cultural José Martí y la Central de Trabajadores de Cuba, a la emisora provincial CMKO Radio Angulo y la filial holguinera de la UNEAC, que reúne la vanguardia artística en la provincia.
Se reconoció, además, por el trabajo realizado durante este año, a la Unidad Provincial de Apoyo a la Actividad Cultural (Upacc) y al Fondo Cubano de Bienes Culturales; mientras que de manera individual se destacó, entre otros, el quehacer de Rachel García Heredia, directora del Sectorial Provincial de Cultura, y Ricardo Ronda, director de la Upacc.
Los solistas Liudmila Pérez, Alfredo Más, Ernesto Infante, Lucrecia Marín y Mariem Rodríguez; la bailarina y coreógrafa Vianky González;y los colectivos Vocal en serio, Ronda de los Sueños y la centenaria Orquesta Hermanos Avilésofrecieron su arte al público.
Auspiciado por el Consejo Nacional de Casas de Cultura y la Dirección Provincial de Cultura en Holguín, fue entregado el Premio Provincial de Cultura Comunitaria 2022, como parte de la jornada de actividades por el aniversario 64 del triunfo de la Revolución Cubana.
Este año el Premio fue entregado en el municipio Frank País, a propósito de realizar su Semana de la Cultura, y reconoció a personas, proyectos e instituciones que se destacaron en el mejoramiento sociocultural comunitario y el nivel de vida de sus habitantes.
El jurado de esta edición 23 –integrado por Isabel García Granados, directora de la filial del Instituto Superior de Arte; Eliel Gómez, presidente de la Sociedad Cultural José Martí en Holguín; y el actor y narrador oral Yordanis Sera– evaluó unas 10 propuestas, y en la categoría Personalidad otorgó el Premio a Héctor Luis Laurencio Perdomo, promotor cultural de Mayarí, y el profesor y promotor de Báguanos, Manuel Fernando Martínez Bruzón.
El proyecto sociocultural comunitario Mambisol, de Frank País, fue reconocido por sus aportes al desarrollo artístico local y su trabajo con los más pequeños; y como institución, fue galardonada la Banda Municipal de Conciertos del municipio Sagua de Tánamo.
Se entregó también un reconocimiento especial a la Federación Estudiantil Universitaria en su centenario, por el apoyo brindado a potenciar el movimiento de artistas aficionados.
El Premio reconoce la contribución del arte en la transformación de estilos de vida, conductas y formas de pensamiento en el barrio; y estimula la creación artística y literaria, el enriquecimiento del patrimonio, la defensa de nuestras raíces y la identidad cultural, para, a su vez, elevar la calidad de vida en las comunidades en la oriental provincia.
José Martí, de la dedicatoria en una fotografía a Bernarda (Manana) Figueredo de Pérez
El Centro Provincial de Arte de Holguín inaugura cada diciembre, desde hace algunos años, una amplia exposición de un reconocido creador de la provincia. Así cierra el trabajo de doce meses –con muestras, jornadas teóricas y eventos como la Semana de la Cultura y su Salón de la Ciudad; las Romerías de Mayo y el espacio Babel; y la Fiesta de la Cultura Iberoamericana– y al mismo tiempo, a manera de homenaje, agradece a un artista visual con la posibilidad de exhibir lo que podríamos llamar una muestra antológica de su obra. Este 2022 la Sala Principal y la Pequeña de la institución holguinera acogen Energía vital, de Dayamí Pupo Ávila (1971), una selección que deja al espectador ávido de experiencias artísticas la seguridad de asistir a un descubrimiento, a una epifanía de formas y colores, en sutil diálogo con la literatura y la historia nacional.
¿Por qué creo que Energía vital es, al menos para mí, un grato descubrimiento? Conocía la obra de Dayamí Pupo como ilustradora de textos infantiles –entre ellos los de su pareja Ronel González Sánchez, y de autores como Luis Caissés, Kenia Leyva y Quintín Ochoa– y de antologías, y textos poéticos y ensayísticos, también de Ronel y de investigadores como el historiador José Abreu Cardet. Además una exposición anterior (“El Ranacimiento y otros inventos”, en 2014) y su participación en varias muestras colectivas en la provincia, me habían ofrecido una faceta de su trabajo, la más inmediata, pero no como cuerpo que se abre a la mirada, como bosque de sentidos y resonancias –pensemos en el campo cubano, donde crece inhiesta la palma real, alcanzando el primer y el último rayo de luz–, donde cohabitan varias influencias pero hay una unidad estética, una línea de trabajo consiente y diversa que nos permite recorrer (y adentrarnos en) diferentes momentos, etapas creativas, como lo hace Energía vital.
El primer descubrimiento es precisamente comprobar la multiplicidad de miradas (y desdoblamientos) que atraviesa la obra de Dayamí, y cómo las diferentes facetas o períodos mantienen la esencia de una práctica que crece en sus búsquedas sin agotarse, y seguirá haciéndolo en nuevas series y piezas. Esta práctica se articula (sobre todo en los trabajos para libros infantiles expuestos en la Sala Pequeña, donde el predominio del color es importante) en un dibujo cuidado, dueño de una línea precisa y un imaginativo universo fantasioso que dialoga con las historias que recrea, al mismo tiempo que gana en autonomía y precisión; en el aprovechamiento de las posibilidades del pastel y los manejos de sus tonos, y en la interacción de rasgos expresionistas que, por momentos, se acercan a la abstracción geométrica, pero con la figuración como puntal. Esta coherencia recorre con su energía vital las más de 40 piezas que componen la selección, con curaduría de Bertha Beltrán y dirección de Yuricel Moreno Zaldívar.
Otra novedad parte de lo anterior: comprobar lo interesante y versátil de la propuesta de Dayamí, capaz de dialogar –a través del colorido y la riqueza expresiva de sus ilustraciones para libros como La honorable bruja Granuja del esqueleto embrujecido, El Ranacimiento y Balgamel y el Reino de las Fábulas– con las obras literarias, con la esencia de estos textos, al punto que ambos, surgidos desde la complicidad, son uno solo. Ilustración y libro, libro e ilustración en idéntica danza de los sentidos. De la misma manera que es interesante su trabajo con el grafito para Entre pitos y flautas, o los dibujos más sencillos de La enigmática historia de Doceleguas, donde aprovecha las posibilidades de la acuarela.
Muchas de sus obras, desde hace aproximadamente veinte años, y en crecimiento expresivo, han nacido para poemarios de Ronel González, y textos de Ronel han surgido de sus piezas, en un constante (y agradecible) juego de posibilidades que ahondan en la búsqueda (en ambos creadores) de elementos de la identidad nacional, relacionados con las guerras de independencia del siglo XIX, y el pensamiento martiano. “Aquí se produce una retroalimentación inseparable cuando la imagen plástica proviene del poema, y viceversa, para asegurar que existen muy pocas diferencias entre las metáforas visuales y las contenidas en la analecta literaria que participa en el imaginario puesto a relieve, porque se trata de convocar desde la muda cartulina, el empleo del pastel, la acuarela, y acrílico sobre lienzo, un mundo individual, cómplice de las aspiraciones y motivos de la colectividad que canta y se desdobla en torno a los creadores”, asegura Ronel en las palabras del catálogo. Así la isla (Cuba), la palma real y el Apóstol se corporizan en metáforas visuales en una obra que –a flor de piel o ahondando en las subjetividades– se plantea, desde sus viajes al pasado, a las contiendas bélicas, a la vida en manigua y sus dificultades, al pensamiento de los próceres y la necesaria cercanía con estos hombres-héroes, las urgentes preguntas sobre el país, la Cuba de hoy, fruto de los caminos de la historia.
De estas últimas destaco, en un primer momento: “El pájaro blanco de la noche”, “Paisaje interior”, “Autorretrato”, “Púrpura unitivo” y “Aves de la existencia”, piezas en pastel sobre cartulina: “mandalas hinduistas y budistas reacomodados según los símbolos de nuestra cultura”, representaciones simbólicas y rituales del macrocosmos y el microcosmos, cuyos ecos se multiplican y resuenan en la isla antillana (“el yin –recepción y negatividad– y el yan –la energía activa”, nos recuerda Severo Sarduy, conocedor de las geometrías del mandala; esa energía vital, propiedad inherente al ser vivo). Aquí, en su trabajo más reciente, y en otras obras de Dayamí, la palma (sobre todo la palma-metáfora, la palma-símbolo) juega un rol importante. Las palmas de Dayamí –palmas de-construidas y re-construidas, en espiral y crecimiento, palmas-andamiajes, geométricas y libres, palmas que son miradas desde las alturas, con el ojo de Dios– parecen resistir, como aquella canción de Sindo Garay, al empuje de los vientos del huracán y las aguas (aquellas aguas también en espiral de Martínez Pedro), y dar resguardo a la estrella, otra constante en la escritura martiana, como en su pieza “La estrella que ilumina y mata”: “Y admiré, en el batey, con amor de hijo, la calma elocuente de la noche encendida, y un grupo de palmeras como acostada una en la otra, y las estrellas, que brillaban sobre sus penachos”, escribió en su diario, a su paso por República Dominicana camino a Cuba. Para el Apóstol –el mismo de la obra “El corazón con que vivo”– la palma, dominando el paisaje cubano, es símbolo de libertad y de justicia social (“hemos de poner la justicia tan alto como las palmas”); integra el cuerpo poético de la Patria. Añado a esta relación: “Duermo en mi cama de roca”, “El viejo” y sobre todo, “Espíritu del monte”, “Familia insurrecta”, “Palmas de hierro” (“De qué le sirven las hojas a las palmas si benévolos alisios no las mueven”), “Ciudad sitiada” y “La patria furtiva” (patria femenina y mambisa, patria en cuerpo de bandera que ondea libre), pieza que sirvió de ilustración de cubierta al libro homónimo de Abreu Cardet y Ronel sobre “los entresijos del amor durante las contienda independentistas cubanas del siglo XIX”.
Otras obras –también en pastel y técnica mixta sobre cartulina– destacan en el conjunto: “La gran celebración”, “Energía eólica”, la lúdica y vallejeana “¡Señor: aparta de mí estas intertextualidades!”, “Caza de muñecas” y “Derecho a callar”, así como los trazos, sencillos y elegantes, que recuerdan naturalezas muertas o diseños de vestuarios para la escena, en “Opuestos por el vértice”, “Me estoy mirando”, “La novia” y “Ver la luz”. Lo interesante, además, de Energía vital es que la obra de la holguinera Dayamí Pupo Ávila sigue siendo, después de recorrer ambas salas del Centro de Arte, un descubrimiento que no agota sus posibilidades, sustrato a los diálogos fructíferos que crecen en suelo patrio (Tomado de La Jiribilla).
Fernando Cabreja Garcell se niega a escribir canciones facilistas que lo coloquen “en la punta de la lista”. Autor empeñado en desentrañar los misterios del verso, exponente de lo mejor de la canción de autor, élasegura,en uno de sus temas más conocidos, que pudiera llenar cualquier teatro, haciendo sopa o vendiéndose barato, pero tiene “un corazón insobornable que no acepta ningún trato”. Especie de cronopio nacido en Sagua de Tánamo, Holguín, en 1959, o un semiótico, como él prefiere llamarse, Fernando Cabreja prefiere ser,guitarra al hombro,“un tipo torpe, algo bohemio, medio loco, que siempre está fuera de foco”.
Aunque lo de llenar un teatro sí lo logro, cuando abarrotó en 2018las dos plantasdel Eddy Suñol de Holguín con su primer gran concierto:Fuera de foco,espectáculo que celebró sus 60 años de vida, 40 de ellos dedicados a la música y resumidos en el cancionero Como una luna en pie, publicado por Ediciones La Luz, sello de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en la provincia.
“El libro resultó un objeto de arte muy funcional y que se parece mucho a mí. Incluye 60 textos de canciones mías de diferentes etapas de mi vida, desde 1984 hasta más recientes. Es imprescindible hablar de la labor que hizo conmigo José Luis Serrano como antologador, él es quien mejor conoce mi obra desde un punto de vista analítico, conceptual”, asegura deComo una luna en pie, el título también de una de los temas incluidos en el volumen y del concierto que Cabreja realizó hace unos años en el habanero Centro Pablo de la Torriente Brau.
Sobre sus inicios en la música nos cuenta: “Vengo de la tradición de los trovadores de las primeras décadas del siglo XX. Soy autodidacta, pues estudié Historia del Arte en la Universidad de La Habana y aprendí mirando los acordes de músicos que realmente sabían: conocí elementos de la armonía, el solfeo, la composición, trucos a la hora de crear una canción, pues el hecho creativo de la composición musical no tiene reglas y mucho menos recetas”.
De las esperadas y felices coincidencias
Como parte de las celebraciones por el aniversario 50 del Movimiento de la Nueva Trova, Cabreja presentó, en la Casa de la Música de Holguín, su primer disco: una producción de la Egrem titulada Cuando todo coincida, que reúne trecetemas compuestos endiferentes períodos.
Con diseño de Lisander Castell, el fonograma –que también será lanzado en la plataforma de música cubana Sandunga– posee notas del poeta José Luis Serrano, quien realizó la presentación. Nos conocimos “hace poco más de 30 años en el epicentro mismo del Período Especial. La familia, la casa y muy especialmente las canciones de Fernando, fueron un refugio incomparable para el desnutrido aprendiz de poeta que era yo por aquel entonces”, contó.
Cuando todo coincidaredondea varias etapas de cuatro décadas de trabajo, incluyendo elementos del blues, el son, la balada, el rock, el country y el bolero. Luego de tres años de producción, debido a las restricciones de la Covid-19, el disco sale al mercado con la realización musical del cantautor Camilo de la Peña, director del grupoZenda, y la colaboración de artistas como Edelis Cabreja Loyola, Aiyán González, Osmel Matos y Javier Pérez.
??????????????????????????????
He “disfrutado durante todos estos años ser el testigo que observa muy de cerca cómo se articula una obra extraordinaria”, a la vanguardia de la canción de autor en Holguín. Estos temas ofrecen “una maravillosa oportunidad de enriquecer y confortar el espíritu en estos tiempos de roca dura”, pues sus “canciones son un patrimonio que debe ser preservado y enaltecido”. El disco “es un antídoto contra cualquier modalidad del desaliento”, añade Serrano.
Trova y poesía entre figuras de tinta
Su música reúne a amigos y “trovadictos”en diferentes espacios de la ciudad, como en lareciente peña “Figuras de tinta”, que vincula su música y la obra de poetas de la provincia y el país; y se realiza la tarde de los viernes en el Centro Provincial de Superación para la Cultura.
Cabreja es esencialmente“un poeta amparado por una guitarra” que ha compuesto más de 150 temas, de los que interpreta alrededor de treinta, entre ellas “Alta Marea”, “Muchacha en la ciudad”, “Mi fortuna”, “Valga la distancia”; “Volviste a mí”, “Cosas en común”, “Ya estoy contigo”, “Turbonadas”, “Apuntes de un juglar”, “Algo más de la vida” y “Fuera de foco”.
El espacio inició con la poesía de José Luis Serrano y han participado Lourdes González, Delfín Prats, Moisés Mayán, Gilberto González Seik, Ronel González, Kenia Leyva, Maribel Feliú, Eugenio Marrón…“De los músicos me han acompañado Manuel Leandro Sánchez, Laynier Verdecia, Raúl Prieto, Edelis Cabreja, Yoan Morales, Lucrecia Marín cantando canciones de la vieja trova junto al guitarrista Camilo de La Peña, Carlos Ledea, el Dúo Vértice, integrado por Damaris Hernández y Liliam González, que interpretan canciones de trova”.
Cabreja define esta peña –nombrada así por un verso de Moisés Mayán– como “un espacio de resistencia cultural, porque defiende lo más auténtico de la poesía y la canción de autor”. En este escenario, además, ha ido ofreciendo al público temas de un nuevo proyecto, nacido en los años de la Covid-19 y consistente en musicalizar poemas de diferentes autores de Holguín.
“Aspiro y espero que se convierta en un tríptico con los poemas musicalizados por mí de autores vivos y otros fallecidos, como Gastón Baquero, Mayda Pérez Gallego, Alejandro Fonseca, José Luis Moreno del Toro, Oreste González Garayalde… Ha sido un proyecto abarcador e inclusivo que me ha tenido investigando y haciendo un arduo trabajo de curaduría durante dos años, leyendo y releyendo… Es un proyecto ecuménico que recrea a mí manera 30 poemas de igual cantidad de autores de la provincia e incluye municipios como Moa (lugar donde inició su carrera artística,además de su trabajo en la realización radial,y fundó la AHS en 1986), Mayarí, San Germán, Banes, Cacucum… y el grueso de Holguín”.
Durante un tiempo Fernando Cabreja vivió en el alargado y vibrante Chile, junto a su esposa, la reconocida cantautora infantil Edelis Loyola: “Estuve del 2014 hasta 2016 y logré tener un espacio fijo en La Calera, una comuna ubicada en la Región de Valparaíso. También me presenté en Santiago de Chile, junto al trovador chileno Juan Francisco Lastra”, nos dice hoy.
??????????????????????????????
Cabreja se considera un trovador: un hombre que apoya “la canción reflexiva y verdadera, como decía Víctor Heredia, aquella que te convoca a pensar. Defiendo la canción espontáneamente raigal, natural, sin adornos ni artificios. No la otra, que tienes que ponerle muchos oropeles para que funcione y camine. Como decía Sindo Garay: la canción un poco desnuda, una canción buena, a capella, incluso sin guitarra, camina”. Por eso Fernando Cabreja cree –como Violeta Parra– que “la canción es un pájaro sin plan de vuelo, odia las matemáticas y adora los remolinos”. A esa canción se aferra y por ella vive; y una parte de ella nos entrega, como compañía en el viaje por la música y la poesía, en Cuando todo coincida.
Entramos a Grandes Maestros, exposición del artista holguinero radicado en México desde 1991 Lázaro Reynaldo Rodríguez, que exhibe la Sala Electa Arenal del Centro Provincial de Arte de Holguín, para encontrarnos con una instalación que incorpora, además,una acción performáticaperse–y no solo en su momento inaugural–, pues Lázaro Reynaldo (1964) la ha pensado comouna puerta que luego de ser traspasada no hay forma de desprenderse del contenido que resguarda: un viaje por los sentidos. La obra de Lázaro Reynaldo es unaexploración que se expande en las honduras de la espiritualidad y que, como nos recalca el artista, se debe también a los maestros de todo tipo que le han influido en la vida y en el arte.
Grandes Maestrosnos interrogaa través de experiencias vitales, sensitivas; olores, sabores, sonidos… y nos hace partícipe de una selección reciente de obras pictóricas, dibujos, fotografías, objetos personales, textiles, artesanías y elementos de la naturaleza (tierra y carbón vegetal),pues la exposición está “concebida ad libitum no solo por la variedad de motivos, objetos, materiales y técnicas; sino por la fluidez de ideas que retienen lo primitivo del gesto pictórico, la naturalidad del dibujo, la armonía con el entorno; una voluntad de darse al goce, a la expectación, a lo ignoto detrás de lo aparentemente visible”, expresaen las palabras del catálogo de la exposición, Yuricel Moreno, directora del Centro Provincial de Arte,y quien, junto a la artista Bertha Beltrán Ordoñez, tuvo a cargo la curaduría de esta muestra.
Detrás de cada trazo y cada objeto, Lázaro ha escrito/descrito su vía crucis, que ha sido un viaje de aprendizaje constante, y que promete, como la propia vida, seguir siéndolo. Toda la exposición –en donde encontramos obras como “Torsos en rojo”, “Gracias por la abundancia que ya soy” y “Un caballo para Adán”– se articula con un concepto: la gratitud. Lázaro Reynaldo sabe que “la gratitud es el sentimiento que más amor genera y expande”. El viaje, el reencuentro que posibilita la creación en Holguín, parecería algo lógico, una boutade, si Lázaro Reynaldo no fuera, sobre todo, un artistasincero consigo y con su propuesta (dos cualidades que se advierten al adentrarse en su obra). Las piezas expuestas aquí no son solo, o no únicamente, un giro en el que la imagen se inscribe en el marco de la representación y de lo representado. Ese giro marca otras latitudes, otros sitios, tal vez mentales, emocionales, en los que el artista elabora su idea del arte, y agradece siempre por ello.
Apertrechado de las posibilidades de la abstracción figurativa, su obra se precipita como un torrente azul y traslúcido (que nos evoca la pasividad o el furor del mar), o en el rojo y el blanco (colores que junto al azul le caracterizan), o en el ocre, los tonos terrosos, sensitivos, dorados, como el sol que lo cubre todo, y que dan paso a la creación espontánea, al trazo intuitivo. Lázaro Reynaldo realiza la búsqueda de la manera más sensible y espiritual que cree posible, indaga en la armonía interior que lo equilibra todo, que explora y evoca; y en ello afloran personajes que observan de perfil, o exhiben sus cuerpos,y cuyos rostros coquetean con rostros equinos, con fuerzas de la naturaleza, y agradecentambién esa dicha.
Luego de sumergirnos en las profundidades de sus tonos, en las líneas y contornos de sus torsos desnudos, en las magníficas formas del caballo que recorren sus cuadros como pintados a galope, al vuelo impresionista, Lázaro nos abre otras puertas (¿acaso interiores, las que desea siempre abrir?) que dialogan consigo y con nosotros. Yuricel destaca en la exposición “un conocimiento sólido del arte, del manejo de estructuras, de claves de significación culturales y una filosofía de vida ampliamente sedimentados en una iconografía personal llena de símbolos. En algunas piezas, el cuerpo humano –rostros impersonales, torsos, glúteos– impregnado por una expresión sutil, se confunde con figuraciones equinas y abstracciones que dejan cierta inquietud por develar su verdadero sitio en el juego de asociaciones propuesto. En otras, salta a la vista la relación con el diseño, la moda y la publicidad”. Y añade que “la sensación de bienestar que proyecta tal ambiente, nace del sentimiento de gratitud hacia una cultura de extraordinaria fuerza y expresividad, como la mexicana. Grandes Maestros se convierte entonces, en una manera de retribuir la acogida, la savia compartida de manera generosa y fértil. La grandilocuencia del título, como podría pensarse, no rinde pleitesía a nombres reconocidos en determinad ámbito, sino que hace reverencia a quienes han nutrido la cotidianidad del artista, sus esencias y hasta veleidades”.
El artista va armando artilugios de su memoria, fragmentos a salvaguarda de los días, maderos a los que agarrarse; y con ellos ofrece señales de su espiritualidad y su identidad. Sus trazos sencillos, minimalistas (subrayamos lo antropomórfico de las figuras, que metamorfosean en cuerpos de animales, caballos por ejemplo, presentes como señales de luz, en los complementos verbales que intensifican el mensaje de algunas piezas) nos remiten a los contextos de una paz interior deseada y encontrada, que se desea compartir aquí. Todos miran el universo, todos buscan.El ojo milenario (ojo poético) ofrecesu luz de sol.
Residente en una urbe tan cosmopolita como la Ciudad de México,propicia para experimentaciones creativas, para el arte sin aprensiones, Lázaro Reynaldo realizó en Holguín su carta de agradecimiento al mundo, a través de la exposición Grandes Maestros, una muestra para adentrarse con todos los sentidos (y también las emociones) bien despiertos en este viaje emotivo, afectivo, esencial, lírico, por los pasajes que nos ofrece la vida.
Como un acontecimiento artístico relevante en Holguín –una de nuestrasmás importantes plazas culturales, por sus eventos y espacios significativos,por la calidad de sus creadores y su reconocimiento nacional y foráneo–, puede calificarse la presentación de selecciones en concierto de La flauta mágica, la ópera con música de Wolfgang Amadeus Mozart y libreto en alemán de Emanuel Schikaneder, interpretada por la Orquesta Sinfónica de Holguín (OSH) y el Teatro Lírico Rodrigo Prats, con dirección artística y general del maestro Oreste Saavedra.
Para la ocasión Saavedra, titular de la Sinfónica, cedió la batuta al alemán Michael Elvermann, en un programa que contó con once momentos, incluida la Obertura, de una obra que tiene forma de singspiel, como se conoce al tipo de ópera popular cercana a la opereta, surgida en el siglo XVIII y cantada en alemán. En elsingspielse intercalan partes habladas o recitativas, y musicales, que pueden ser en forma de aria, emsemble o canción (lied).
En esto último destaca el trabajo del Teatro Lírico Rodrigo Prats, dirigido por la maestra Liudmila Pérez, y de su coro, con Damaris Hernández al frente. El Lírico, como he apuntado otras veces, se caracteriza por la calidad de sus voces, por las cualidades interpretativas, fruto de lo que podríamos llamar la escuela holguinera, con influencia del maestro Camayd, de Náyade Proenza… y más recientemente, consolidándose en las aulas de la filial de la Universidad de las Artes (ISA) en Holguín y en el propio Lírico como unidad docente. Para estas selecciones de La flauta mágica, los solistas y el coro trabajaron sus interpretaciones en alemán, dotándoles de la verosimilitud y la elegancia necesaria en la obra; y que nos reafirma que tanto el Lírico como la Orquesta –que aquí demostró, una vez más, la ejecución brillante de unaagrupación integrada en su mayoría por jóvenes, y que puede asumir los más disímiles retos a los que el ímpetu de su director los convide– pueden acometer un empeño mayor anhelado por ambos: presentar en Holguín la obra integra estrenada en el Theater auf der Wieden, de Viena, en 1791, el año del fallecimiento del maestro austriaco nacido en Salzburgo en1756, y la última obra representada en vida de Mozart.
La ópera –cuyo argumento parte de varias historias, entre ellas cuentos de hadas, y que mezcla escenas de simbolismo y referencias a la masonería– es reconocida, además, por sus difíciles arias, algunas famosas por su complejidad técnica, como el de la sopranoque interpreta el personaje de La Reina de la Noche, “Der Holle Rache”, compleja por su nota aguda que obliga a un alto grado de destreza. En la presentación –realizada en el Centro Provincial de Arte– esta aria fue interpretada virtuosamente por la joven Dania López Camejo, a quien escuchamos también en su dúo con el personaje Papageno, junto al barítono Alfredo Más, quien interpretó antes, con carisma y comicidad, “Ein Madchen oder Weibchen”.Otro momento complejo de La flauta mágica es el quinteto de Papageno, Tamino y las Tres Damas,“Hm! Hm!Hm!”, en la voz de Camilo Hijuelos, Alfredo Más, Isabel Torres, Sheyla Sánchez y Eyesmela Diéguez. Participaron, además, Senia López, Carlos Manuel González y el jovencísimo José Gabriel Reyes, estudiante de Primer año de Canto Lírico en el ISA holguinero, quien recibió los aplausos por su “Alles fuhlt der Liebe Freuden”.
La presentación de La flauta mágica contó con el auspicio de la Embajada de Alemania en Cuba –y la presencia de su embajadora, la Excelentísima Señora Heidrun Tempel, y parte del personal diplomático acreditado en La Habana–, y la organización de la Dirección Provincial de Cultura, el Consejo Provincial de las Artes Escénicas y la propia Orquesta Sinfónica de Holguín, en homenaje a los 22 años de este colectivo y las seis décadas del Teatro Lírico Rodrigo Prats, ambas instituciones que son consideradas baluartes de la cultura holguinera y cubana (La Jiribilla).