
Por Erian Peña Pupo
Fotos Wilker López
Hace tres años que el Ballet Nacional de Cuba (BNC) no se presentaba en escenarios holguineros, una cifra menor si la comparamos con otros sitios (Santiago de Cuba, Bayamo y Manzanillo) incluidos en la gira por la región oriental del país, finalizada justamente en Holguín. En 2019 el Ballet presentó, como parte de la jornada por el 80 aniversario del Complejo Cultural Teatro Eddy Suñol, un programa concierto que incluyó piezas como Estudio para cuatro de Iván Tenorio; Muñecos de Alberto Méndez; Festival de las flores en Genzano, versión coreográfica de la Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso sobre el original del danés August Bournonville; y Didenoi, de Maruxa Salas.
Aunque la producción del esperado Coppélia que se presentó en Santiago tuvo que regresar al Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” para una nueva temporada capitalina, el colectivo que dirige la primera bailarina Viengsay Valdés ofreció al público holguinero un programa concierto muestra del virtuosismo –y también de una necesaria contemporaneidad que asume desde la tradición– que distingue la Escuela Cubana de Ballet, y la compañía fundada en 1948 por Alicia, Fernando y Alberto Alonso.
“Recorrer la isla es uno de los mayores propósitos que impulsa al Ballet para seguir dejando una huella en el devenir del arte danzario en Cuba, en correspondencia con el legado de los maestros fundadores”, subrayó Viengsay Valdés en conferencia de prensa. Y destacó que entre los grandes proyectos del BNC se encuentra la incorporación de reconocidos coreógrafos internacionales para el montaje de obras contemporáneas creadas para la compañía y que se ajusten al estilo distintivo de la misma.
El BNC porta un mito, ligado a la enorme figura de Alicia Alonso, por lo que cualquier presentación suya (dos noches en ese caso) abarrota las capacidades del Eddy Suñol. Ávido de ballet, aunque asiduo a las presentaciones de danza contemporánea, el público holguinero –exigente y culto como pocos– aplaudió con creces las obras presentadas en un programa que abrió con Love fear loss, coreografía de Ricardo Amarante inspirado en la vida de la cantante francesa Édith Piaf y en obras antológicas que cartografían sus relaciones amorosas, desde el “Himno del amor”, de Marguerite Monnot, “Ne me quittes pas” de Jacques Brel, y “Mon Dieu”, de Charles Dumont. Estrenada en el Royal Ballet de Flandes en 2012, se incorporó al BNC en el 2019, y fue interpretada por Alianed Moreno y Yankiel Vázquez/Diego Tápares (El Amor), Amanda Pérez y Ányelo Montero (El Miedo), y por Daniela Gómez y Darío Hernández (La Pérdida).

Si Michael Fokine creó en 1905 su célebre “miniatura coreográfica” La muerte del cisne para Anna Pávlova a partir de una visión neorromántica, el inglés Michel Descombey retomó este tema para un intérprete masculino (en este caso Diego Tápares/Yankiel Vázquez) y con una perspectiva contemporánea –la música es una elaboración de la original de Saint-Saens– en La muerte de un cisne, uno de los momentos más aplaudidos.
Lirismo y pasión destila, por su parte, la relación de Otelo, el moro de Venecia, y Desdémona en Prólogo para una tragedia (Dúo de amor), atractiva coreografía, inspirada en la obra shakesperiana, de Brian MacDonald con música de Johann Sebastian Bach e interpretación de los bailarines Chavela Riera y Yasiel Hodelín. Desde que Alberto Méndez inició su carrera como coreógrafo en 1970 con Plásmasis, su trabajo ha distinguido el BNC, con obras como Tarde en la siesta, Muñecos, La Diva, María Callas in Memoriam, El poema del fuego y Suite generis, esta última una especie de juego coreográfico a partir de la música de George Frideric Heandel y Franz Joseph Haydn, interpretado aquí por Karla Iglesias/Diana Menéndez y Yansiel Pujada/Yunior Palma.

Atravesada por una fuerza lírica que explora no solo las capacidades técnicas de los bailarines, sino sus posibilidades interpretativas, Invierno, coreografía de Ely Regina Hernández, se inspira en la famosa “Escena de las nieves” del ballet Cascanueces y establece un diálogo entre dos estatuas de hielo, al principio distantes y ajenas. La obra, estrenada en 2016, fue inscrita ese mismo año en el Libro de Honor del Gran Teatro, y es interpretada por Daniela Gómez/Greta Yero y Yasiel Hodelín/Dani Hernández.
Como colofón del programa, el BNC presentó Majísimo, el divertimento coreográfico que se ha convertido en una especie de aclamada punta de lanza de la compañía desde que fuera creado en 1965 por Jorge García. Este sugerente contrapunto entre los aires hispánicos y la técnica del ballet clásico, a partir de los varios pasajes del ballet de la ópera El Cid, de Jules Massenet (“Catalana”, “Aragonesa”, “Andaluza”, “Aubade” y “Navarra”) cobra vida, en diferentes noches, en los cuerpos de los primeros bailarines Anette Delgado y Dani Hernández, Narciso Medina, Ailadi Travieso, Alianed Moreno, Ányelo Montero, Laura Blanco, Darío Hernández, Chavela Riela, Luis Fernández y Yasiel Hodelín.

La estancia del BNC en Holguín incluyó, además, una visita de Viengsay Valdés a la Escuela Vocacional de Arte “Raúl Gómez García”, donde intercambió con profesores y alumnos, y presenció una clase de ballet; un encuentro de la primera bailarina con representantes de las compañías del Consejo Provincial de las Artes Escénicas como Codanza, el Teatro Lírico Rodrigo Prats y Palabras al Viento; además de recorridos por lugares históricos y culturales de interés para la compañía en la ciudad cubana de los parques.
Aunque sigue esperando por uno de los clásicos, al estilo de El lago de los cisnes, El cascanueces o Coppélia, el público holguinero agradeció –luego de un intermedio de casi dos años en la sistemática programación escénica del Eddy Suñol– estas exitosas presentaciones del Ballet Nacional en la provincia. Es una manera de ir fomentando una cultura del ballet en las personas, como ha sido premisa de la histórica compañía. Y de evidenciar como el quehacer por más de siete décadas del Ballet ha formado un público ávido de esta manifestación en cualquier sitio de la geografía nacional. El BNC regresará a Holguín seguramente este año, prometió Viengsay Valdés, con una obra más ambiciosa, aunque no se descarta una muestra de la creación contemporánea para la compañía. Mientras la esperamos bien vale la pena recordar –que bien sabemos es volver a vivir y pasar por el corazón– estas necesarias presentaciones en Holguín (Publicado originalmente en Cubaescena).