¿Qué cubano no se ha emocionado al menos una vez cuando escucha en la televisión, durante un evento deportivo, que ponen las notas del Himno Nacional para agasajar una medalla de oro alcanzada por nuestros atletas?
Cantado con orgullo desde nuestros primeros días, cuando se abraza como al uniforme y sus colores de la bandera, o se escucha con atención toda la historia detrás de cada dibujo en el escudo, el Himno de Bayamo es parte indisoluble de los nacidos en esta Isla, no importa cuán lejos pueda estar de ella, y es que más allá de cualquier postura política, son elementos como esos los que nos tipifican como cubanos.
El Museo Provincial La Periquera acogió en la tarde de este jueves 23 de junio la presentación del libro “El Himno Nacional de Cuba” escrito por el profesor José Antonio Pérez Martínez.
Profesor de la Universidad de Ciencias Médicas de La capital, presidente de la UNHIC en el municipio Habana del Este y miembro de la Cátedra Honorífica Carlos Manuel de Céspedes, compuesta por granmenses que viven en La Habana, Pérez Martínez arribó a la provincia para presentar el propio texto además en el municipio holguinero de Moa.
Como parte de la Jornada de celebraciones por el Día del historiador cubano, a celebrarse el próximo 1ro de julio y que inició el pasado 17, fue realizada esta suerte de conferencia donde se conocieron interesantes detalles relativos al Símbolo patrio.
Concebido para el aniversario 150 del Himno, a celebrase en 2018, el texto no salió a luz pública porque su autor recibió una información relevante ese mismo año desde los Archivos Nacionales de Estados Unidos, lo cual cambiaba algunos datos de la investigación.
El propósito del texto es corregir muchos errores en torno al Símbolo Nacional y desde su publicación cuenta con una gran repercusión internacional, sobre todo en Norteamérica, colocado en Amazon y valorado de cinco estrellas, así como con una acogida bien positiva por la crítica especializada; a pesar de que «su autor no cobró un centavo por la venta», el texto fue valorado en esta plataforma por el precio de 20 dólares, y se ubica entre los 100 libros más vendidos de la plataforma, el cual no está disponible además actualmente para su compra.
En Cuba se imprimieron 5 mil ejemplares del título en policromía, dirigidas principalmente a instituciones y escuelas como bibliografía para su consulta. Quince acápites con una gran disposición de anexos apoyan los errores e imprecisiones históricas para exhortar a su corrección.
Desde los orígenes del cacicado de Bayamo se comienzan a exponer cuestiones desacertadas en el tratamiento de nuestra historia, a través de un exhaustivo análisis se realiza esta corrección a punta de lápiz de varios elementos relativos al surgimiento de nuestra nacionalidad; al decir de su autor, Bayamo fue la segunda Ciudad Monumento de Cuba, la primera fue Mantua, en una Gaceta Oficial de 1935 consta lo anterior, ratificado por el entonces presidente José Agustino Barnet Pinajera.

Sobre La Bayamesa es un error común decir que son tres composiciones, sin embargo destaca el profesor que existe una más, aunque por confusión omiten esta cuarta: «la primera es La Bayamesa, romántica y amorosa (de Céspedes y Fornaris-aunque sobre esto hará una acotación en próximas investigaciones sobre su verdadero y único autor-), la segunda es La Bayamesa, el Himno de Bayamo; en tercer lugar La Bayamesa guerrera-que se confunde con el Himno, pero no son lo mismo, sin embargo es la primera canción protesta de Cuba, y la última de ellas es la compuesta por Sindo Garay, La Mujer bayamesa (…) La de Céspedes y Fornaris sufrió cambios la letra romántica por una revolucionaria”, apunta el prominente investigador.
Luego del ataque a Bayamo y la consiguiente victoria, el pueblo canta por vez primera el Himno, “nadie sabe qué escribió sobre el caballo Perucho Figueredo en esa ocasión y no hay confirmación científica de ello, se supone que se cantaran las dos primeras estrofas de cuatro versos, en mis 34 años de investigación no hay nada que lo confirme”, asegura José Antonio Pérez Martínez, quien ofrece durante todo el texto señalamientos y corrección de fechas y posturas a través de la consulta de varias fuentes y su triangulación, lo cual se traduce en una sólida y prolífica investigación.
“La letra y partitura original se quemaron en el incendio; posteriormente, en noviembre de 1869 llegan los cubanos a Santa María de Morell, finca en Camagüey, allí la hija de este señor, Adela Morell, le pide a Perucho que le copiara el Himno, esa es la partitura que todos conocen, con tres estrofas de 8 versos, aunque este documento fue ocultado hasta los primeros años del siglo XX. En ese periodo se suceden varias versiones de nuestro símbolo nacional, cantado en varias latitudes, lo cual causó polémica hasta que Martí le pide a Fernando Figueredo-quien estuvo presente la primera vez que se cantó-, que copiara tal y como es el himno, y de paso lo entregara a Emilio Agramonte, para posteriormente publicarlo en el periódico Patria, y es el que se empieza cantar, aunque varios maestros de música atribuían a sus versiones como la original”, destaca el profesor de la Universidad de Ciencias Médicas de La capital.
Otros de los elementos que destacan en el libro es el hecho de que si Calixto García no entró en 1898 a Santiago, hubo otras tropas mambisas que realizaron esta acción simbólica de victoria ante las tropas españolas: “en La Habana es encomendado al músico José Antonio Rodríguez Ferrer que haga algo para recibir a las tropas, es él quien toma la versión de Agramonte, le hace una introducción, algo que no tenía ningún otro, le puso toques de guerra, y le agregó un paso doble corto en su composición musical. En su momento fue muy criticado porque era la música del enemigo, el mismo que había fusilado a Perucho. La pieza fue interpretada por primera vez cuando entra el Ejército Libertador a Guanabacoa el 15 de diciembre”.
Una pieza sujeta a disímiles falsificaciones e interpretaciones fue nuestro Himno Nacional hasta que se llega al consenso cuando se publica el texto que estaba en propiedad de Adela Morell, 3 de mayo de 1912, luego de ser enviado el manuscrito autografiado a Fernando Figueredo Socarrás. Pero con anteriordad, en 1902, en la Asamblea Constituyente, se reconoció al Himno como símbolo nacional, sin embargo ninguna constitución mambisa lo había hecho antes. El verdadero título es “La Bayamesa, himno patriótico cubano”, el que le dio Perucho, acotó durante el encuentro vespertino al que asistieron estudiantes de preuniversitario y de enseñanza primaria en Holguín.
Sin dudas un texto de suma importancia e interés, así como imprescindible consulta para todos los cubanos es “El Himno Nacional de Cuba”, el cual ahonda en la riqueza y a la vez complejidad de nuestra historia, eso que le torna aún más interesante.

“El Decreto 74 nombra al día 20 de octubre como el de la Cultura Cubana, pero hay algo que no queda muy claro, que el himno, es digno, genuino, revolucionario, entre los tres símbolos: La Bandera nació de Narciso López, anexionista, y El Escudo, igualmente, pero el Himno nació revolucionario y el Decreto dice que es el símbolo más alto y genuino de Cuba”, señaló Pérez Martínez.