El Festival del Humor Joven Satiricón 2023 descorrió sus cortinas oficialmente en la noche de este martes, con un espectáculo humorístico variado, que tuvo lugar en la sala Raúl Camayd del Complejo Cultural Teatro Eddy Suñol, de la Ciudad Cubana de los Parques.
La propuesta contó con las excelentes presentaciones de reconocidos artistas del buen reír, como son los casos de Michel Pentón (La Habana), Yuri Rojas (Las Tunas), La Leña del Humor (Santa Clara), al igual que los locales, el dúo Caricare y los anfitriones de Etcétera.
El público holguinero obtuvo lo que fue a buscar, casi dos horas de excelente humor, en las que convergieron diferentes propuestas, que fueron desde los unipersonales de stand up comedy, hasta los sketches y la comedia musical, con lo cual se conformó un show variado y entretenido.
Etcétera, en sus dos propuestas, se movió entre la sátira y la ironía, aprovechando el humor del objeto y las situaciones que se dan a partir de un micrófono “descompuesto” o de unas gafas de sol con las que se ve el futuro desde la Cuba de 1970.
Michel Pentón presentó su monólogo sobre los atracos de bancos en Cuba, en el que realizó un paralelismo comparativo con los robos hollywoodenses, haciendo un uso muy bien intencionado del sarcasmo y la ironía para ilustrar situaciones graciosas. Asimismo, Pentón regaló parte de su espectáculo “Bonito, apuesto…”, con el que arrancó carcajadas a diestro y siniestro.
Caricare, con los conocidos personajes de Mireya y Micaelo, propuso una reflexión sobre la evolución y el estado actual de la humanidad, así como del tema migratorio, usando una inteligente analogía con los pingüinos y apoyados en la interpretación musical.
Por su parte, el influencer tunero Yuri Rojas, planteó un unipersonal sobre las celebraciones de quince años de las adolescentes, en el que hizo un recorrido comparativo con épocas pasadas y la presente, haciendo uso, además, de sus excelentes dotes en al arte del clown, para hacer reír de una manera muy sana a todos los asistentes.
El cierre quedó a cargo de los integrantes de la Leña del Humor, quienes pusieron en escena las peripecias de un cliente en una barbería, el cual se ve forzado a recibir varios servicios que ni necesitaba ni quería y de los cuales solo saca molestias y lastimaduras. Con mucha maestría, este trío santaclareño puso sobre el entablado un muy bien logrado humor situacional, donde un suceso va desencadenando otros, que llevan a los personajes desde una circunstancia hasta otra muy diferente.
El arte de hacer reír llegó hasta Holguín con la fidelidad a su slogan “Esto lo hago pa´ divertirte” y el público holguinero gozó de lo lindo con estas propuestas humorísticas y podrá seguir disfrutando de estos artistas y otros como Kike Quiñones (Pinar del Río), Komotú (Guantánamo) y Jorge Bacallao (La Habana), con dobles funciones a las 4:00 y 8:30 pm, en la Sala Raúl Camayd, hasta el domingo 26 de febrero.
Te enteras de que la compañía Teatro Tuyo, de Las Tunas, está en la ciudad y se presentará con dos espectáculos titulados Charivari y Parque de sueños; decides asistir, porque nunca has podido ver su trabajo, aunque tienes tu escepticismo con el teatro clown. Piensas que tal vez sea algo infantil, aunque en las promociones diga “apto para todas las edades”. Par ti, apto para todas las edades significa “infantil”.
En la ciudad hace frío; una ventisca invernal recorre sus calles y parques, helando manos, narices, orejas de los transeúntes, ralentizando el ritmo de vida de esta urbe con ínfulas cosmopolitas de capital cultural. Pero en el interior del teatro el invierno parece magnificarse a la sazón del aire acondicionado.
Ocupas tu butaca, oteas en derredor y te parece que el teatro es majestuoso, más que de costumbre. Entonces te percatas de que, en efecto, el teatro se ha vuelto más grande, de hecho, ha duplicado su tamaño y el número de butacones; a tu lado, como al de todos los presentes, aparece un asiento vacío…
Te intriga el asunto, mientras, en el escenario, el director de Teatro Tuyo se disculpa porque la obra comenzará con un ligero retraso, debido a dificultades ajenas a su voluntad. En realidad no lo escuchas, sigues embelesado con la majestuosidad del teatro. Entonces te percatas de que estás a tu lado, sentado en la butaca que antes estaba vacía, mirando fijamente hacia el escenario.
En persona luces mucho más alto que en el espejo; estiras tu mano para tocarte, la duda te carcome. Dudas de si esto es una alucinación. Debe de serlo, piensas. Tal vez te estés volviendo loco; no has logrado dormir bien en varios días, tal vez semanas. Estirasla mano para tocar a tu alter ego y la percibes mucho más pequeña y delicada, como de niño. Devuelves la mirada a tu silla y te percatas de que tus pies no alcanzan el suelo y traes los mismos zapaticos que tu madre compró para tu quinto cumpleaños.
Esta vez regresas la mirada asustado hacia el tú del asiento contiguo, quien permanece con la mirada clavada en el tabloncillo donde grandes artistas se han parado a lo largo de más de ocho décadas. Tragas en seco, las manos te tiemblan y sabes que no es por el frío; esta vez eres un niño temeroso. En ese instante, suena una campana tres veces y las luces se apagan. Mueres de miedo.
La iluminación comienza a ir in crescendo y a su paso tu corazón se desboca, pero una mano enorme toma tu manita. Recorres con la vista toda la longitud del brazo ajeno que te sostiene; del otro lado, tu otro yo te mira inexpresivo, tal vez con la intención de transmitirte serenidad. En verdad la necesitas. En ese momento el yo le sonríe al tú y comienza a invadirte una extraña sensación de seguridad.
Las luces casi han terminado de encenderse y sobre el entablado empiezan a distinguirse cuatro siluetas, mientras una música un tanto triste acompaña todo el proceso. Paulatinamente, van apareciendo un farol, un banco, un recogedor y un latón de basura. También cuatro figuras humanas. Van vestidas con overoles grises, gorras protuberantes, zapatos enormes y una bola roja les cubre las narices. Esta vez, es yo quien mira y siente la mano del pequeño relajarse dentro de la tuya.
Las figuras en escena no tardan en sacar sus credenciales de payasos, haciendo piruetas, gesticulando exageradamente y realizando una escena que parece casi absurda, en la que todos luchan por abrir un paquete misterioso. Yo piensa que es un tanto ridícula la escena, pero tú comienza estallar en carcajadas con cada nueva acción. Las risas se van multiplicando por todo el teatro, cual enfermedad contagiosa. La tensión antes existente va desapareciendo poco a poco.
Finalmente, después de rodar de un lado al otro, el paquete en escena logra ser abierto y en su interior se descubre un pendón que reza: GRAN CIRCO DE LOS PAYASOS. Los cuatro personajes lo sostienen con cierto orgullo, henchidos y sonrientes. Yo no sabe si sonríen para el público o para sí mismos. Tú suelta la mano de yo y comienza a aplaudir, al compás de otros muchos centenares de manos. La luz se desvanece poco a poco…
Esta vez es yo quien no se siente cómodo, más bien se siente un tanto raro. Al hacerse la luz, yo percibe la escenografía de una carpa de circo; esta última palabra la adorna en todo lo alto y en mayúsculas: CIRCO. Una música animada e intensa se expande por cada rincón y, detrás de la supuesta carpa, empiezan a salir los payasos, cada uno con su pirueta personalizada, a manera de carta de presentación.
Ahora es tú quien mira sonriente las coloridas indumentarias, las contorsiones, saltos y vueltas de carnero; los gritos e interjecciones, porque los payasos no hablan, o casi no hablan, pero tú ríe a más no poder; el arte del clown radica en eso, provocar risa sin la necesidad de hablar. Ahí tenemos los grandes ejemplos de Marcel Marceau, Charles Chaplin, Buster Keaton, Stan Laurel y Oliver Hardy, por citar algunos.
En la obra, como se desarrolla en una carpa, obviamente se van sucediendo los números circenses y, tanto yo como tú, han ido descubriendo que el clown va más allá de vestirse como esperpentos y hacer cosas exageradas. En el número de magia, una de las payasas—porque yo se ha percatado de que todas son mujeres, aunque en ocasiones encarnen papeles masculinos—, intenta pasar un dado de un extremo al otro dentro de una caja con dos secciones.
Saca su varita “mágica” y con un toquecito “transporta” el dado de un extremo al otro. Tú ríe y aplaude maravillado. Yo lo mira, condescendiente con su inocencia; sabe que es un truco, que en algún momento de aquel tropezón o aquel estornudo, al agitar la caja, se abrió alguna compuerta y permitió el paso del dado “mágico”, o algo así. En algún lugar de sus amplias mangas, la payasita maga escondió el objeto, para hacerlo “desaparecer”, probablemente. En algunos casos, yo encuentra el acto previsible, pero luego mira a su lado y ve a tú con una risa de costa a costa y los ojos brillantes. No quiere romperle la ilusión, así que permanece en silencio.
En algún momento yo piensa: “pobrecito”. Luego sale a escena la equilibrista, quien sobre una mesa a un metro de altura coloca un rodillo y encima de este un tablón sobre el que se para y rueda de un lado al otro para mantener el balance. “No parece tan difícil”, piensa yo, un poco escéptico; “con un poco de entrenamiento se puede lograr”. Tú no para de sonreír, con los ojos cada vez más grandes y más brillantes.
Dos payasitas van retando a la equilibrista a realizar actos cada vez más arriesgados, en algunos casos da la impresión de cierto peligro o margen al error; en cierto momento, la equilibrista parece poder caer, el tablón se desliza de forma violenta sobre el rodillo y agita fuertemente todo su cuerpo, que se tambalea peligrosamente. Yo empuña todo su escepticismo y de manera un tanto pedante se dice en silencio “son profesionales, todo es parte del acto. Solo es un poco de drama, nada más”. Quisiera decírselo a tú, quien mira fijamente con mucha preocupación y temor. Tú piensa: “¿Y si cae?”.
Lo cierto es que la payasita equilibrista salta, se contorsiona y atraviesa por su cuerpo un aro, luego dos, con tres de estos hace malabares y, para cerrar, coloca tres banquillos sobre el tablón encima del rodillo; una caída desde allí se ve bastante perjudicial. Hasta yo se inquieta un poco, ya la acrobacia está pasando a otro nivel; el circo se está poniendo serio. Pero la artista se posa en todo ese andamiaje sin perder el balance y, al concluir, sus manos en el aire y una media reverencia indican un punto de partida para el estallido de aplausos y vítores. Tú es el que más aplaude y quien más fuerte lo hace.
El acto que le sigue es el domador de leones. Una payasita de baja estatura sostiene un látigo de juguete; en medio del escenario, hay una jaula vacía. Por uno de los extremos aparecen dos leones (de ambos sexos) con exageradas cabezotas de papier mâché que, ipso facto, arrancan carcajadas de la multitud. La domadora intenta que el león pase por un aro, pero se pega con el látigo en un pie y con hilarantes brincos sale de escena. Entonces es el propio león quien toma el látigo mientras la leona, que está embarazada, se sienta a tejer.
Con par de latigazos, la leona teje a ritmo vertiginoso y en par de segundos muestra un gorro y un abrigo que cuelga frente a sí. Lo absurdo de la escena provoca una risotada general, hasta yo cede ante tal imposible. El león sale y vuelve a entrar a escena con una pizarra donde está escrito con tiza: VENTA DE GARAJE. La carcajada se duplica y tú observa esta vez como yo se permite reír a mandíbula batiente. Tal vez esto sea el significado de “apto para todas las edades”.
Las actuaciones se van sucediendo a un ritmo muy dinámico, como en el circo. Salto sobre la cuerda, malabares con pelotas, bailes, acrobacias y contorsiones…payasadas. Los artistas ponen una gran parte y la imaginación el resto. El público está feliz, hasta el más escéptico. Casi por última vez, la luz comienza in decrescendo hasta que todo es penumbra.
Cuando retorna el brillo de las luminarias, despiertan las cuatro payasitas del inicio, con sus overoles grises, sus gorras protuberantes, zapatos enormes y una bola roja sobre sus narices. Lentamente, van desapareciendo del escenario, de una en una, llevándose consigo el banco, el recogedor y el latón de basura. La misma música triste acompaña la escena, hasta que la última payasita sopla el farol y cae el telón. Una extraña atmósfera se respira en la sala; un placer angustioso.
Yo y tú se miran fijamente. En el rostro de yo permanece una sonrisa indeleble, mientras que tú ha convertido el suyo en una cascada. Se abre el telón, las cuatro ARTISTAS caminan hacia el frente. El teatro comienza a hacerse más pequeño, los sillones ahora solo son la mitad; la gente también. Sin embargo, los aplausos se escuchan el doble en esta ocasión. Una multitud que permanece de pie exclama “¡Bravo!”, sin dejar de hacer un estallido sonoro con sus manos. Las ARTISTAS retiran sus narices falsas y sus gorras protuberantes. En sus caras se adivinan lágrimas contenidas por la emoción, la misma sensación de cuando un amigo muy querido tiene que partir.
En esta escena final yo y tú son el mismo, fundidos en un solo cuerpo; la sonrisa del hombre y el llanto del niño. Ambos aplauden al unísono en una sola forma física, con la felicidad en los labios y los ojos aguados, como diciendo “hasta pronto”. Esta noche, yo logra dormir plácidamente; tú le acompaña con dulces sueños.
El Teatro Lírico Rodrigo Prats regaló al público holguinero, durante las jornadas de viernes, sábado y domingo, una interesante y contemporánea adaptación del sainete cómico El alcalde honrado, interpretado por jóvenes recientemente graduados del nivel medio en la especialidad de canto lírico.
Bajo la dirección artística de Mireya Abreu, integrante del dúo humorístico Caricare, desde la sala Ismaelillo del Complejo Cultural Teatro Eddy Suñol, los espectadores pudieron reír y a la vez reflexionar con la puesta en escena, bajo un concepto de teatro musical, el cual constituyó un ejercicio de graduación.
Las luces y la escenografía de la obra tuvieron un matiz importante durante toda la presentación y sirvieron para reforzar el sentido histriónico de los intérpretes y de la obra en sí, con una carga humorística notable, tanto desde lo gestual, como desde el diálogo de los personajes, que contaron con actuaciones remarcables.
El alcalde honrado también resultó un rejuego con el público, sugiriendo constantemente guiños cómicos al espectador, desde su propia imaginación y hacia lo contemporáneo, que bien supieron reconocer y premiar desde el aplauso.
La obra se espera que pueda ser presentada nuevamente en otras salas, para que una mayor parte de los holguineros pueda disfrutarla, ya que se trata de una puesta en escena fresca, apta para múltiples grupos etarios y que supone una ruptura total con la rutina cotidiana.
Una amplia jornada de celebraciones que incluye presentaciones escénicas, infantiles y musicales, desarrolla el Complejo Cultural Teatro Eddy Suñol de Holguín, con motivo de celebrarse hoy su aniversario 83 de fundado.
Las actividades, que se extenderán hasta inicios del mes de julio, pretenden resaltar lo mejor del talento artístico holguinero con diferentes propuestas para un público variado, comentó a Roger Rodríguez Ramírez, director del Complejo.
Por la importante fecha, el próximo día nueve se realizará una gala homenaje, abierta al público, bajo la dirección artística de las maestras Isabel García Granados y Maricel Godoy, explicó.
Asimismo, se presentará el grupo humorístico Etcétera, con Esto es en serio, el Teatro Lírico Rodrigo Prats, agrupaciones infantiles y la compañía de danza contemporánea Codanza, con el estreno de una pieza del joven maestro George Céspedes.
Además, se otorgará de manera especial la Distinción Teatro Eddy Suñol, instituida en 2019 por el Complejo con motivo del 80 aniversario, a personalidades de la cultura cubana que han aportado con su obra al desarrollo de esta institución.
Como primicia se lanzará el sistema de reservaciones online, que se viene implementando desde hace algún tiempo, como parte del proceso de informatización de la sociedad, de conjunto con la Empresa de Tecnologías de la Información para la Defensa (Xetid).
Entre otras acciones, desde las redes sociales de este coloso del arte holguinero se comparte contenido sobre su fundación y restauración, que relaciona las experiencias de grandes figuras de la cultura cubana que han pasado por sus escenarios, como los maestros Regina Balaguer, Ivette Cepeda, Maricel Godoy, Frank Fernández, Cosme Proenza y Liudmila Pérez, así como las vivencias de directivos y trabajadores.
Fundado el 2 de junio de 1939, el Teatro Eddy Suñol, es considerado como una de las instituciones culturales más importantes del territorio, por la trascendencia de los acontecimientos y las grandes figuras que se han presentado en sus espacios en estas más de ocho décadas.
El 17 de mayo de 1959 los hermanos Arturo y Carlos Ricardo fundaron el Teatro de títeres para niños Yarabey, en voz taína “luz del día”, creando así la primera compañía teatral que se gesta después del triunfo revolucionario en la ciudad y pilar del actual Guiñol de Holguín. Pero sería en igual fecha de 1972, en su paso a la categoría profesional con la dirección de Felipe Betancourt del Río, el momento que marca el aniversario del Guiñol holguinero.
Hoy, cincuenta años después y 63 de la génesis, el Teatro Guiñol de Holguín, dirigido por Karelia Fernández, celebró con una jornada de actividades que incluyó un conversatorio en la sede de la compañía, el lanzamiento de un concurso de confección de títeres para los más pequeños, y una gala que contó con la participación de los colectivos del Consejo Provincial de las Artes Escénicas (CPAE), su medio siglo de apuesta por la magia de los muñecos.
La sede de la compañía, en la calle Martí, justo en uno de los laterales del Complejo Cultural Teatro Eddy Suñol, acogió a partir del tema “Porque solo somos alma”, un conversatorio con integrantes del colectivo, entre ellos el propio Arturo Ricardo, quien rememoró los días fundacionales de Yarabey en el torbellino social, político y cultural de 1959. “El Guiñol se funda por iniciativa del director de Cultura, Silvio Grave de Peralta. Después del triunfo inician las primeras actividades culturales, entonces mi hermano y yo nos presentamos, y allí hicimos imitaciones de voces, humor teatral, y otras cosas. A Silvio le interesó mucho las voces que hacíamos, voces de niños, viejos, animales… que formaba parte de un programa que teníamos montado. Entonces nos dijo que él tenía pensado crear un proyecto y ya que nosotros teníamos esas cualidades de hacer voces podríamos hacerlo… Nos dijo que crearía un teatro de títeres para los niños, pues aquí no había nada parecido, solo el cine con las películas de Tarzán y otras más de entonces”, comenta Arturo. Además contaron sus experiencias del paso por la compañía, entre otros, las actrices Marta Proenza y Nelis Rojas, la teatróloga María de los Ángeles Rodríguez, Luisa González, al frente del CPAE por varios años, y la propia directora Karelia, además actriz del Guiñol.
Frente a su sede y con bastante asistencia de público, el Guiñol celebró su 50 aniversario. Compañías como el Teatro Lírico Rodrigo Prats, Palabras al Viento, Codanza, Alasbuenas y La Campana, se sumaron al agasajo en una gala que recorrió parte de su trayectoria a través de fragmentos de importantes obras como La cucarachita Martina, Galápagos, Ruandy y su más reciente estreno, El extraño caso de los espectadores que asesinaron a los títeres.
El momento fue oportuno –además de los reconocimientos del CPAE y la Dirección Provincial de Cultura– para entregar el Premio Alberto Dávalos, instituido por el CPAE por una vida consagrada a las artes escénicas en la provincia, de manera especial a los hermanos Arturo y Carlos Ricardo, iniciadores de una compañía que es hoy considerada, por el público y la crítica, entre los principales colectivos de teatro de títeres en todo el país.
Además se reconocieron a creadores esenciales en el desarrollo del colectivo durante este tiempo: el realizador de efectos sonoros Armando Vielza; la compositora Maricela Miranda; las actrices Marta Proenza, Nelis Rojas y Elvis Pérez; el sonidista William Giralda; el asesor musical Yunior Rodríguez, y el diseñador Karel Maldonado, creador de la estética que, desde su incorporación a finales de la década del 90, ha marcado visualmente a este colectivo.
Como colofón de la gala –que contó, además, con la actuación de la cantautora Edelis Loyola y los payasos Pirulete y Biribí– se premió el concurso “Creando un títere”, ideado por la compañía. El jurado, compuesto por Karel Maldonado, Onelio Escalona, artista visual y miembro del dúo Caricare, y Armando Vielza, premió en primer lugar al niño Daniel Tamayo; y respectivamente en segundo y tercer lugar, a Lester Maikel Almaguer y Verónica Hechavarría.
Hoy el Teatro Guiñol de Holguín es uno de los colectivos teatrales con una importancia medular en el escenario teatral holguinero: sus 50 años en escena y la realización de la Fiesta del Títere, evento que protagoniza cada año con el objetivo de llevar a las comunidades holguineras y al público variado, el teatro infantil y el arte titiritero en sus múltiples resonancias y estilos, lo demuestran con significativas creces. Enhorabuena, entonces, el hermoso y útil arte del Guiñol que celebra sus cinco décadas entregado al títere (web Uneac).
En la calle Martí, justo en uno de los laterales del Complejo Cultural Teatro Eddy Suñol, tiene su sede el Teatro Guiñol de Holguín, compañía que celebra en este 2022 su aniversario 50 en pos del desarrollo del arte titiritero y sus expresiones en la provincia y el país.
Antecedentes…
Los orígenes del Guiñol holguinero se relacionan con los antecedentes inmediatos de esta manifestación en la provincia, no tan fecunda en el arte del títere como otras, pero sí necesaria a la hora de historiar el panorama teatral cubano y sus múltiples convergencias. A lo largo del siglo XIX e inicios del XX, en las ciudades de Holguín y Gibara, sobre todo, eran comunes las representaciones teatrales y musicales, en cines y teatros como el “Wenceslao Infante” y el Teatro Colonial de Gibara, de zarzuelas, operetas, vodevil, danza…
Respecto al arte titiritero, uno de los primeros referentes conocidos es el quehacer del gibareño Modesto Centeno (1913-1985), quien realizó la adaptación del cuento popular La Caperucita Roja en 1943, gracias a un concurso efectuado en la Academia de Artes Dramáticas de la Escuela Libre de La Habana (ADADEL). Tiempo después, una de las figuras tutelares de esta manifestación artística en Cuba, Pepe Carril –nacido en el central Preston, Mayarí, en 1930– crea en el propio poblado holguinero, el Teatro de Muñecos de Oriente, en 1952. Luego Carril sería uno de los fundadores en 1963 del Teatro Guiñol Nacional, junto a los hermanos Camejo (Carucha, Bertha y Pepe) y el joven Armando Morales, director de ese colectivo hasta su reciente fallecimiento (La historia de Carril y los Camejo difuminada en el tiempo y en consiguientes periodos, ha sido rescatada gracias al trabajo de creadores como Norge Espinoza, Rubén Darío Salazar y el propio Morales).
No fue hasta inicios de 1959 cuando comienza a gestarse en la ciudad de Holguín la idea de hacer teatro para niños con el títere, y sus diversos formatos y estéticas, como protagonista.
Nacimiento: las luces del día del Teatro Yarabey
El 17 de mayo de 1959 los hermanos Arturo y Carlos Ricardo fundaron el Teatro de títeres para niños Yarabey –en voz aborigen “luz del día”–, creando así la primera compañía teatral que se gesta después del triunfo revolucionario en la ciudad y pilar del actual Guiñol de Holguín. Aunque hoy no se encuentra en activo por problemas de salud, Arturo Ricardo, uno de los fundadores del entonces Teatro Yarabey, cuenta con más de 37 años dedicados al arte de los títeres en la provincia, una impronta que no ha sido estudiada y que se va perdiendo, inexorablemente, con el paso del tiempo: “El Guiñol de Holguín se funda por iniciativa del director de Cultura, Silvio Grave de Peralta. Después del triunfo de la Revolución inician las primeras actividades culturales, entonces mi hermano y yo nos presentamos, y allí hicimos imitaciones de voces, humor teatral, y otras cosas. A Silvio le interesó mucho las voces que hacíamos, voces de niños, viejos, animales… que formaba parte de un programa que teníamos montado. Entonces nos dijo que él tenía pensado crear un proyecto y ya que nosotros teníamos esas cualidades de hacer voces podríamos hacerlo… Nos dijo que crearía un teatro de títeres para los niños, pues aquí no había nada parecido, solo el cine con las películas de Tarzán y otras más de entonces”, comenta Ricardo.
Lo que hoy conocemos como Teatro Guiñol de Holguín sufre por largos años las mudanzas y fusiones con otros proyectos de la provincia. En la aun inédita cronología cultural de Holguín, realizada por el investigador Zenovio Hernández, se sitúa la culminación del primer curso de Instrucción del Teatro el 4 de noviembre de 1963, y además, refiere del inicio del cursillo de teatro de títeres impartido por Arturo y Carlos Ricardo, el 4 de abril de 1964, en los estudios de la emisora provincial CMKO Radio Angulo. Los hermanos Ricardo se mantienen trabajando solos en Yarabey hasta 1965, cuando incorporan alumnos de secundaria básica y forman una brigada artística que actuaba dentro y fuera de la ciudad. Con esta brigada montaron obras de payasos, cuentos con muñecos y actores con máscaras: Las bodas del ratón Pirulero, La bruja que no era bruja y El hacha de oro.
Desde 1972 –fecha que marca el aniversario del Guiñol pues pasa a la categoría profesional– hasta 1983, asumió la dirección Felipe Betancourt del Río, quien contribuyó notablemente a la preparación del elenco, cuestión que conllevó a la calidad artística de muchas de las obras: Para reír y aprender, Lo que nos cuenta Din Don, La paloma Blanquiperla, Un día en el zoológico, De cómo la astucia venció al perro jíbaro, Las tres semillas, El conejo valiente, Armandito y las vacaciones, El rey del corral, Felo Jutía y El perro burlón.
En 1983, tras el fallecimiento de Betancourt, la dirección del Guiñol pasó por un período inestable hasta 1991: Alejandro Hiralda, Armando Vielza, Rubén Mulet, Fernando Gil y Marisela Espinosa, estuvieron al frente de la compañía en una época donde el teatro de títeres en Cuba se caracterizó por su marcado carácter didáctico y el reflejo de matices sociales, apoyado en adaptaciones de cuentos populares clásicos e historias cubanas, ubicadas, en su mayoría, en la campiña insular y sus delimitaciones. En esta nueva etapa presentan obras comoQuién puede más, El conejito Blas, El pájaro feo, La cucarachita Martina, El cocodrilo Tato, El caballito enano,Pedro y el Lobo, Un día en el teatro(Premio en guion en el I Encuentro Nacional de Guionistas de Espectáculos Infantiles, en 1986),El león hambriento y El chivo patijovero coliamarillo, obra que obtuvo el Premio en la categoría de música en el Encuentro Territorial Profesional de Teatro Infantil, en Ciego de Ávila, 1983, por el trabajo de Maricela Miranda, asesora musical del Guiñol desde 1982 hasta 2013.
Años de esplendor, la estética de Miguel Santiesteban
En 1992 asumió la dirección del grupo, por breve tiempo, la instructora de arte Grecia Lemus, y luego Marisela Espinosa hasta 1993, año en que el grupo se fusionó con Talismán, dirigido por Ángel Cruz. Ambos elencos acuerdan que Talismán sería un proyecto dentro del grupo fundacional; luego continúan trabajando con el nombre de Girasol. En esta etapa representaron piezas que caracterizarían nacionalmente el trabajo del Guiñol de Holguín: La Caperucita criolla, dirigidas por Ángel Cruz; Pelusín frutero, Un rayito de sol,La calle de los fantasmas,La muñeca de trapo yEl sol negro, dirigidos por Miriam Suárez, pieza que obtuviera en 1997 el Premio de la Ciudad de Holguín en Teatro en mano de los actores Marisela Espinosa y Mario Brito; y Los sueños de Verdolina,unipersonal de Marisela Espinosa, Premio de la Ciudad 1999 en actuación femenina, entre otras.
En 1998 asume la dirección artística Miguel Santiesteban, hasta el 21 de marzo de 2012, fecha de su fallecimiento. Bajo su dirección se abren nuevos y amplios horizontes en el teatro de títeres en Holguín, imprimiéndole mayor fuerza profesional con la línea espectacular y el trabajo con esperpentos en calles y teatros. Así se pusieron en escena obras clásicas en el repertorio del Guiñol: La cucarachita Martina,Historia de una muñeca abandonada(Premio de la Ciudad 2000, en actuación femenina, a Magali Mola), Sancho Panza en la Ínsula Barataria, obra del español Alejandro Casona, Espantajo y los pájaros,El chivo patijovero coliamarillo,El majá de Santa Manigua,El Conejito Blas,Las tres semillas,Galápagos, del holguinero radicado en México Salvador Lemis(Gran Premio del Festival de Teatro Máscaras de Caoba 2008, y Premio de la Ciudad 2009 en actuación femenina a Dania Agüero),El Ogrito, de la canadiense Suzanne Lebeau, y La calle de los fantasmas, del argentino Javier Villafañe (1909-1996). Quizá sea esta la obra más premiada del colectivo holguinero: Premio de la Ciudad 2002 en manipulación; Premios Avellaneda en actuación masculina y femenina, a Dania Agüero y Jorge del Valle, respectivamente, y en diseño a Karel Maldonado, en el Festival Nacional de Teatro de Camagüey, en 2002. Además, el Premio Caricato 2003 en actuación masculina y femenina, a los mencionados actores y los Premios en el Festival de Teatro para niños y jóvenes (Guanabacoa, 2003) en manipulación colectiva, música y diseño, así como los premios especiales de la revista Tablas, de la Unión Nacional de la Marioneta (Unima) y de la Asociación Internacional de Teatro para la Infancia y la Juventud (ASSITEJ). Por estos años el Guiñol realiza, además, una gira por México donde muestra parte de su repertorio.
Según Martha Proenza, actriz del antiguo bloque dramático del ICRT en Holguín y miembro del Guiñol desde 1982: “El problema recurrente que impedía una mejor concepción ideoestética del colectivo, recaía en que ninguno de los que habían dirigido espectáculos en aquella etapa eran egresados de escuela, sin formación académica. Se viene a concretar un cambio positivo cuando dirige Miguel Santisteban y con los diseños de Karel Maldonado. Una estética más encaminada a la calle y al público todo que lo potencia”.
Cuenta, por su parte, la actriz Dania Agüero Cruz, hasta hace poco directora del Teatro Guiñol de Holguín, que cuando ella se incorpora a trabajar en 1999, se acerca al experimentado Armando Vielza, actor, director, clown y realizador de sonidos en la radio: “Enseguida me acerqué a él para tratar de alimentarme de su experiencia y tratar de aprender. Armando Vielza cuenta, además, con un carisma especial para el clown. Su payaso era el auténtico payaso de circo. Un payaso diferente al que nosotros tuvimos como línea de trabajo. Desarrollaba situaciones, dentro de otras situaciones, y ahí armaba su historia”.
De aquellas propuestas comenta Vielza: “Lo espectacular primaba en nuestros montajes, así como el espectáculo de calle y la luz negra como líneas ideoestéticas. Dejamos de usar los títeres atrezados, y adoptamos a los títeres de telas rellenos con polietileno o esponja”. Añade que en el proceso creativo de Santiesteban, “la creación colectiva marcó la línea de dirección del grupo; Miguel seleccionaba las mejores ideas y las ponía en función de su idea como director. Él introdujo la espectacularidad y se amplió el uso del esperpento en espacios abiertos, la luz negra, con el uso de los títeres de piso, asesorados por mí. Maricela Miranda, Maricela Espinosa, Martha Proenza, continuaron con nosotros. Al paso de los años se incorporan nuevos actores y actrices: Dania Agüero, Migdalia Albear Camejo, Roberto Cera, Yuder Ortega, entre otros más, que llegaron después que salí del colectivo”.
Al respecto nos contó el maestro Armando Morales, Premio Nacional de Teatro, cuando visitó Holguín invitado a la Fiesta del Títere, organizada por el Guiñol holguinero: “Yo recuerdo que una vez fui jurado del Premio de la Ciudad en Teatro, y en el aspecto del teatro para niños y de títeres se le dio el Premio a Maricela Espinosa, que era una actriz de primer nivel. Después, con la renovación y la llegada de Miguelito Santiesteban, que fue alumno mío en el Isa, los espectáculos que montó en el Guiñol, con la imagen de Karel Maldonado, uno de los grandes diseñadores del teatro de figuras, aunque no se diga, llevaron a esa especialización que es el teatro de figuras, a un momento de gran envergadura para el arte y la cultura teatral, sobre todo la cultura que tiene que ver con el títere”.
El extraño caso…
Tras el fallecimiento de Miguel en 2012, el Guiñol continúa trabajando en la puesta en escena que el director dejara adelantada: así se estrena Ruandi, obra del dramaturgo Gerardo Fulleda León,como homenaje a su dirección artística y su legado.Asume la dirección Dania Agüero y estrenan Payasoñar (Premio de la Ciudad a la mejor puesta en escena en 2014) y Los tres cerditos. Igualmente continúan representando obras conocidas dentro de su repertorio, siguiendo la estética de Santiesteban y el trabajo de otro imprescindible para el grupo, Javier Villafañe. Las sonrisas agradecidas de los niños en cada función, aseguran ellos, es el mejor premio posible al esfuerzo y la creación artística teatral.
Dirigido por la joven actriz Karel Fernández, estrenó recientemente El extraño caso de los espectadores que asesinaron a los títeres, de Salvador Lemis, puesta que se presentará en esta edición del Teatro Joven. Hoy el Teatro Guiñol de Holguín es uno de los colectivos teatrales con una importancia medular en el escenario teatral holguinero y el arte titiritero en sentido general: sus 50 años en escena y la realización de la Fiesta del Títere, evento que protagoniza cada año con el objetivo de llevar a las comunidades holguineras y al público variado, el teatro infantil y el arte titiritero en sus múltiples resonancias y estilos, lo demuestran con significativas creces. Enhorabuena, entonces, el hermoso y útil arte del Teatro Guiñol de Holguín que celebra sus cinco décadas entregado al arte del títere.
Con un concierto pre-inaugural protagonizado por la Orquesta Sinfónica de Holguín, bajo la dirección invitada de Joaquín Betancourt, Premio Nacional de Música y Maestro de Juventudes de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), iniciará este lunes dos en Holguín la XXIX edición de las Romerías de Mayo, fiesta grande de la vanguardia artística en Cuba.
El Festival Mundial de Juventudes Artísticas, que se extiende hasta el ocho con un variado programa de actividades, regresa de manera presencial luego de dos años, debido a las situación epidemiológica por la Covid-19, y dedicará sus jornadas al 65 aniversario del asesinato de los hermanos Sergio y Luis Saíz Monte de Oca, y al arte joven como temática general, comentó el escritor Norge Luis Labrada, presidente de la AHS local.
El Congreso de Pensamiento Memoria Nuestra, considerado la columna vertebral de la cita, contará con una conferencia inaugural de José Abreu Cardet, Premio Nacional de Historia 2018, explicó Luis Felipe Maldonado, al frente de su comité organizador. En esta ocasión, el certamen de pensamiento e investigación asume como temática principal “La cultura cubana en medios digitales”, sumando a delegados de varias provincias en conferencias, mesas paneles y debates; en su última jornada se otorgarán los Premios Memoria Nuestra en Investigación y Proyecto Sociocultural, así como dos Premios de Honor.
Babel, espacio de las artes visuales, estará dedicado a la crítica de arte y homenajeará la impronta del investigador, profesor y crítico holguinero Ramón Legón; además se realizarán varios proyectos curatoriales en diferentes espacios. Destaca una muestra de litografías de Rafael Zarza, Premio Nacional de Artes Plásticas 2020, destacó Josvel Vázquez, al frente del evento. Mientras que Liset Prego, quien asume la organización de la parte de Literatura, señaló que Palabras compartidas celebrará los 25 años de Ediciones La Luz, sello de la AHS en Holguín, y el centenario de la poeta Carilda Oliver Labra, por lo que se presentará el audiolibro Territorios en conflictos. Una mentira de la luna, homenaje de poetisas holguineras a Carilda, y el título Paquidermo, de José Luis Serrano, recordando el primer texto publicado por este sello hace 25 años, Bufón de Dios, del propio autor. También se desarrollarán paneles y lecturas de narrativa y poesía con miembros de la organización joven en Holguín e invitados de varias provincias del país.
Por su parte el certamen Cámara Azul, que reúne a jóvenes realizadores del audiovisual, dedica sus espacios a los 30 años de la Televisión Serrana y al centenario de la radio cubana. Tendrá proyecciones, paneles, conversatorios y debates con Caridad Martínez, Premio Nacional de Radio, Amílcar Salatti, guionista de la serie Calendario, y Carlos Rodríguez, realizador de TV Serrana, subrayó Aniel Santiesteban, organizador de esta cita.
Mientras que desde las artes escénicas se recordará el 50 aniversario del Teatro Guiñol de Holguín y la obra del artista santiaguero Alcides Carlos González (Titi), fundador de las Romerías y director del proyecto Ojos. Las jornadas contarán con varias compañías, entre ellos el Guiñol Polichinela, de Ciego de Ávila; el Ballet Folklórico de Oriente; la Compañía de Danza Contemporánea Codanza; y el Grupo Humorístico Etcétera. Mientras que Raíces, espacio que promueve el sistema de Casas de Cultura, homenajeará al promotor cultural mayaricero Clinton Allen Edwors, Premio de Cultura Comunitaria, y al grupo anglo caribeño Rescat, fundado por Allen; este evento se distinguirá por la presencia de agrupaciones que defienden el legado y la mezcla de culturas.
Musicalmente estas Romerías de Mayo contarán con las sonoridades de los intérpretes Ivette Cepeda, Polito Ibáñez, David Blanco, Nasiri Lugo y Moneda Dura; a su vez el espacio de trova tiene como invitados a Augusto Blanca, Fernando Cabreja, Raúl Prieto, Manuel Leandro Sánchez y Rey Montalvo. Mientras las Rockmerías, el evento de Hip Hop y las Electroromerías, se dedicarán especialmente a Ernesto Hidalgo Meriño (Tiko SK8), Dj productor recientemente fallecido y fundador de este último espacio. Por su parte La esquina del jazz destaca con las presentaciones de Joaquín Betancourt, Giraldo Piloto, Carlos Millares, Julio Avilés, César Gutiérrez, el Holguín Jazz Ensamble, Norberto Leyva, entre otras agrupaciones y solistas que, mayormente, distinguirán las noches en Romerías.
La Compañía de Narración Oral Palabras al Viento recibió la placa Colectivo “Unidos los que fundan y aman”, entregado por el Sindicato Provincial de Trabajadores de la Cultura, como parte de las actividades por el 60 cumpleaños de la UJC y el Primero de Mayo.
Palabras al viento celebra este 14 de abril su aniversario 18, y esta placa, aprobada por el secretario nacional de la Central de Trabajadores de Cuba por única vez, estimula a trabajadores y colectivos que se destaquen por sus aportes y relevantes resultados, manteniendo una destacada trayectoria revolucionaria y social, como el caso de la compañía. También el Consejo Provincial de las Artes Escénicas y la Dirección Provincial de Cultura reconocieron a este colectivo por su aniversario 18, y a la Casa del Cuento.
La placa la recibió, en nombre de la Compañía, su director Fermín López, quien realizó una panorámica del trabajo realizado durante la etapa de enfrentamiento a la Covid-19.
Estuvieron presentes en la entrega Nilser Batista, funcionario del Departamento Ideológico del Comité Provincial del Partido, Idalmis Serrano Gómez, Secretaria General de la CTC en la provincia y miembro del Comité Provincial del Partido, Náyade Smart Gómez, subdirectora técnico-artística de la Dirección Provincial de Cultura, y Graziella González Aguilera, al frente del Sindicato Provincial de Trabajadores de la Cultura.
La entrega concluyó con una muestra del trabajo de esta reconocida compañía holguinera.
Cuando hay inventiva y sensibilidad, hay siempre buenas posibilidades para el teatro, y para todo arte, sin necesidad de contar con grandes recursos escénicos ni actorales. Por supuesto, aquí “grandes” se refiere a cantidad porque “grandes” en calidad si han de ser, no pueden escasear.
Bastan dos o incluso un actor, algún pequeño escenario, algunos pocos “mecanismos” (muñeca, fuente con agua, algodón…) y, eso sí es imprescindible, una considerable dosis de imaginación y creatividad para lograr una auténtica “obra escénica”.
Lo de “obra escénica” es un concepto que también hay que remarcar como susceptible (y conveniente) de consideración en su más amplio sentido, porque claro que en Secretos bajo la luna, del grupo La Chimenea, hay “escenario” (basta que haya un actor, es decir, un ser en movimiento dirigido a la expectación para que haya espacio escénico, creado por este mismo ser) aunque no el escenario de la más tradicional edificación teatral.
Con imaginación, basta un pequeño rincón para un complejo escenario de danza y riesgosas contorsiones nocturnas, y otro pequeño, al fondo, para los auxilios convenientes.
También está, ya mencionado, el factor “espectador”, porque toda obra teatral (toda obra escénica y, en fin, toda obra de cualquier arte o espectáculo) quiere tener espectadores y, como se sabe, al menos una mayoría de ellas quiere muchos espectadores, si es posible una ingente cantidad de espectadores en cada momento; pero muy pocas son las que, como esta, más que simplemente conformarse, quieren… y les conviene tener… un solo espectador.
Cuenta mucho la calidad de este receptor; no ya que sea buena o mala calidad como tal, no hay por qué enjuiciarla y catalogarla, sino sus diversas posibilidades, “calidad” como sinónimo de “cualidad”, es decir de modalidad porque se exige y juega bien con las perspectivas y distinciones con que el “espectador” asuma lo que muestra “el escenario”.
Economía de recursos, pequeño y nada convencional escenario, soledad del espectador y perspectiva de recepción, entre otros factores donde importan mucho la música y las luces; todo ello aparece muy bien confabulado bajo la dirección artística de Heidy Almarales.
Como quiera que se asuma, o sea, cualquier clase de receptor y cualquier perspectiva de recepción (incluso una variable u oscilante en cada momento); el espectador llegará a ofrecerse como “participante” de un espectáculo que puede muy bien asumir como el espacio personal de una danza erótica desde una barra a una piscina, pecera o un lago según imaginaciones (y el nivel de erotomanía y necesidades) o como un juego irónico y burlesco (no nos atrevemos a llegar hasta la enunciación de lo “farsesco”, aunque no impugnaríamos a otro que lo hiciese) de tales clases de “distracciones y placeres”, nivel de suave y sutil comicidad que depende, por supuesto, del humor del espectador particular.
También puede recepcionarse, como se hace con el guiñol o las marionetas, con el doble juego, doble perspectiva de muñeca y personaje: la excelencia del medio–muñeca y la excelencia del personaje construido.
De cualquier manera el resultado es placentero, ya sea que el espectador asuma irónicamente la sensual y atrevida danza de una muñeca vicaria (y la esbelta e impresionante figura de quien la manipula) o ya sea que el espectador (u otro espectador) se transporte e imagine en un erótico salón, aspirante a ulteriores servicios ya nada “espectatoriales”.
Para ambas recepciones cuenta también como auxiliar el “vino”, estimulante de sentidos y recordatorio de lugares, porque cualquiera de los espectadores podrá disfrutar, no como simple espectador sino como espectador–participante una copa en la mano para algunos sorbos de vino.
Sobraría decir, dígase de todos modos, que tal clase de propuestas implica no solo la buena manipulación de los “artefactos” mencionados, sino también de las luces adecuadas y una canción que favorezca tanto a la atmósfera general de la “representación” como, muy en particular, los movimientos de la bailarina. Jazz, blue, blue-jazz… “Sky Criyng” de Coleman es idónea.
Haber visto Secretos bajo la luna significa el disfrute de una propuesta creativa que ha sabido realizarse con precisión y buen juicio, manejando elementos mínimos pero altamente sugestivos, capaz de mover diferentes ánimos valiendo para cada uno de ellos y siempre favorecedora del suave placer propugnado por la poética horaciana, mejor que la chabacana risotada de empresas menos refinadas.
Cinco minutos de canción, cinco minutos de vino, cinco minutos de bailarina sensual, cinco minutos de introspección sobre uno mismo, cinco minutos de humor o ironía, cinco minutos de admiración por el juego ofrecido a vista, oídos y gusto, cinco minutos de participación… significan un completo juego y rejuego que, inspirado y realizado mediante el teatro, alcanza más allá del teatro estrechamente entendido.
A partir de una pieza teatral de Aleksei Arbuzov, el grupo santiaguero Teatro A dos manos propone situaciones dramáticas, personajes, acciones y conflictos arraigados en la tradición escénica que, desarrollada desde el siglo XIX y básicamente apoyada en la dramaturgia stanislavskiana, ha sabido recorrer los siglos con éxito.
Reconocemos no haber tenido nunca la oportunidad de sentarnos ante la puesta en escena de una obra de Arbuzov, manteniendo solo nociones referenciales de este autor. Sí hemos tenido la buena suerte de hacerlo ante obras de Chéjov, diversas y con montajes asimismo muy variados (además, por supuesto, de las que nos ha ofrecido el cine que, claro, no es lo mismo).
No sabemos en qué medida exacta Chéjov influyó en Arbuzov, aunque no cabe duda de que la huella chejoviana ha impregnado todo el escenario ruso que le sucedió. No solo el ruso, sino el de todo el mundo. Y, además, también se conoce el gran prestigio y el perenne regusto que Chéjov ha hallado siempre entre cubanos, entre los teatristas y los cinéfilos (aunque se vuelve a decir que no es lo mismo). No queda al margen, para nada, todo lo contrario, también el regusto e influjo por la cuentística chejoviana.
Todo ello hace que nada extrañe el sabor chejoviano de la puesta en escena de Comedia a la antigua, dirigida y con adaptación textual a manos de Nelson Acevedo y actuada por Dagoberto Gaínza y Nancy Campos. Pensamos en muchas obras, incluyendo Tío Vania, pero más aún en La Gaviota y la cuentística de este autor, La dama del perrito, por ejemplo.
Los comentarios sobre Arbuzov y Chejov son, en este caso, más bien circunstanciales y motivadores para otras reflexiones, quizás aquellas interesadas en autores, influjos entre ellos, adaptaciones y vaivenes entre una u otro obra.
Lo que nos interesa comentar aquí se centra en el mundo de imágenes escénicas que se produce, de hecho, en nuestra expectación de esta puesta en escena muy concreta; y, aunque seguimos manteniendo el comentario sobre su sabor chejoviano, lo hacemos para recalcar precisamente eso que Chéjov tiene de universal, en tiempo y espacio –su mundo de personajes, sentimientos, situaciones y desenlaces o no desenlaces, tan lleno de matices e impresiones conceptuales y sensoriales–; ese influjo del cual, más bien que renegar, cualquier dramaturgo puede sentirse orgulloso siempre que sepa recrearlo, renovarlo, hacerlo auténticamente propio también, como ocurre ahora con este ofrecimiento del grupo Teatro A dos manos.
No cabe duda de las –una vez más luego de miles– excelentes actuaciones de Gaínza y Nancy, capaces de construir con la mayor precisión y sugestividad sus personajes. En alguna medida también, aunque ya no tanto –le llevará aún algún tiempo alcanzarlos, si lo quiere así– la de Nelson Acevedo, cuyas intervenciones como narrador- introductor e irrupciones esporádicas en similar función, incluyendo la de cantor, resultan en verdad eficaces y bien concebidas, conceptual y enriquecedoras de una dramaturgia que, sin dejar de ser básicamente stanislavskiana hace muy buenos guiños a dramaturgias del siglo XX, como la más irónica del absurdo.
Una fábula de conocimiento, descubrimientos y amor entre dos seres maduros, hombres y mujer ya entrados en años y llenos tanto de frustraciones como de sentimientos y necesidades afectivas; atrae por su calidez y autenticidad. Una historia de auto-descubrimiento, descubrimiento del otro, confesiones de debilidades que serán superadas, así como de florecimiento de lo más noble de cada uno y nacimiento de amor; se desenvuelve con eficaz ligereza y gracia a pesar de cuan tormentosas pudiesen ser las emociones imbricadas.
Por ello hay que elogiar el logro de un idóneo ajuste de lo cómico, de esa suave comicidad, quizá más a menudo ironía, que se sostiene de principio a fin.
Sin duda, la pieza ha sido bien concebida y realizada, no solo en cuanto se refiere a fabulación y actuaciones, incluyendo su estructuración con intervención tercera del referido narrador y cantor desde fuera y desde dentro del escenario; también en la labor de vestuario, maquillaje, de general caracterización –en el mismo juego de transformaciones y pérdidas de velámenes– donde las luces y la escenografía se conjugan muy bien a favor de la totalidad de la imagen escénica.
Al final, Comedia a la antigua ha ofrecido una excelente fábula tan actual como antigua –los seres humanos de ayer y hoy–, de interioridades conflictivas y nuevas esperanzas, de transformaciones hacia el amor y la autenticidad, de justa comicidad moduladora de frustraciones y anhelos, de romántica y moderna ironía, con actuaciones francamente disfrutables y siempre bien logradas imágenes teatrales.