
El Mayor cabalga por primera vez en Holguín
Por Abel Castro Sablón
Fotos: Wilker López
El parque Calixto García sirvió como emplazamiento para la proyección y estreno en Holguín de la cinta histórica El Mayor, del fallecido director Rigoberto López, un filme sobre la vida del Mayor General camagüeyano Ignacio Agramonte.
La cinta, con guión del propio director y Eugenio Hernández, resulta un reflejo bastante fidedigno de la vida revolucionaria del patriota agramontino, su amor por su esposa Amalia Simoni, sus contradicciones con Carlos Manuel de Céspedes, sus principios morales y su innegable amor por la independencia de Cuba.
Con música de José María Vitier, la cual ofrece un tono distintivo y favorece la parte emotiva del espectador, el filme ofrece una visión bastante realista de la llamada Guerra Grande, con escenas bélicas muy bien logradas y un apego notable a sucesos históricos acontecidos durante ese período.
En las actuaciones protagónicas figuran Claudia Tomás (Amalia Simoni) y Daniel Romero, quien hizo una excepcional caracterización de Agramonte, como muestra de que es uno de los mejores actores de su generación.
Otros papeles importantes recayeron en las interpretaciones más que acertadas de Felito Lahera (Carlos Manuel de Céspedes), Enrique Bueno (Eduardo Agramonte) y Gabriel Wood (Julio Sanguily), entre otros.
La fotografía del filme recayó en las manos más que experimentadas de Ángel Alderete y goza de un tratamiento excelente con la iluminación, además de un uso acertado de los movimientos de cámara en función del dramatismo de la historia.
El guión por momentos se hace un poco edulcorado, pero en sentido general es bastante preciso y con diálogos notables, que remarcan la cinta como una joya del cine histórico de la Isla, la cual cuenta con nombres como La primera carga al machete, Clandestinos o, más recientemente, Inocencia, por citar algunos.
Muchos de los pasantes por el sitio de la proyección, se quedaron admirando la cinta pues, sin lugar a dudas, esta atrapa al espectador durante sus dos horas de duración, con picos emotivos que no pueden lograr otra cosa que sentir una profunda admiración por Ignacio Agramonte y un orgullo inmenso de ser cubanos.